Luego, en declaraciones en la misma Casa Blanca, antes de la visita, dijo haber escuchado que el nuevo gobierno surcoreano ordenó redadas contra iglesias e incluso dentro de una base militar estadounidense, y prometió que Washington «no lo tolerará».
La reunión en el Despacho Oval llega en un clima enrarecido, como ya ocurrió en visitas recientes de Volodímir Zelenski o Cyril Ramaphosa, precedidas de declaraciones incendiarias de Trump que marcaron las negociaciones.
En este caso, el presidente estadounidense presiona a Corea del Sur para aumentar su gasto en defensa y reforzar el reparto de costes por el mantenimiento de tropas norteamericanas en la península. Para Lee, que apenas lleva 82 días en el cargo, es su primer gran examen internacional y llega con la intención de proyectar pragmatismo y encauzar una alianza clave, aunque con la sombra de las advertencias de Trump planeando sobre la cumbre.