«España ha superado a Japón en renta per cápita»: la realidad tras el dato del que hablan los ministros

Es cierto, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2024 nuestro país superó a los 'alemanes de Asia' en términos de producto interior bruto por habitante y en 2025 lo volverá a hacer, pues la previsión del FMI estima una riqueza media por habitante de 36.190 dólares para España y de 33.960 para Japón. Es todo un hito, más aún si se tiene en cuenta que hace apenas diez años los nipones adelantaban a los españoles en 6.000 dólares al año.

Tampoco se equivocó el ministro Hereu cuando relacionó este hito con el turismo y los servicios, aunque le faltó añadir la inmigración y los fondos Next Generation, que también contribuyeron a que en 2024 nuestro país liderara el crecimiento de la eurozona, con un +3,2%. Japón, en cambio, cerró 2024 con un alza del 0,1%.

Sin embargo, y sin perjuicio de todo esto, hay algunos matices que habría que añadir al discurso de los ministros. Para empezar, el más evidente, y es que el PIB per cápita se obtiene al dividir la riqueza que genera un país en un año entre sus habitantes. En términos absolutos, en 2024 España produjo 1,7 billones de dólares en bienes y servicios, cuatro veces menos que Japón, que de hecho es la cuarta economía del mundo.

La segunda aclaración pasa por recordar que el FMI realiza sus comparaciones de PIB utilizando el dólar como referencia, de modo que el dato incluye una trampa estadística. Actualmente un euro vale 1,17 dólares, tras la revalorización que ha venido experimentando la moneda europea en los últimos meses. El yen japonés, en cambio, equivale a 0,0068 dólares tras haberse devaluado un 37% desde 2021. De hecho, hace apenas unas semanas la moneda nipona superó las 160 unidades por dólar por primera vez en 37 años. Frente al euro, por su parte, alcanzó las 171,79 unidades, el nivel más bajo desde que existe la moneda común.

Lógicamente, el yen siempre va a salir perjudicado del cambio con el dólar y más aún con el euro. Generalmente, una moneda devaluada es perjudicial para un país por el efecto que tiene en el comercio exterior, pues encarece las importaciones o, por ejemplo, los viajes en el exterior.

¿Vivimos mejor que los japoneses?

Luego está lo importante; ¿realmente vivimos mejor que los japoneses? A falta de un dato mejor, tradicionalmente se utiliza el PIB per cápita para comparar entre países, aunque, como explica Pablo Larraga, economista de la Universidad Pompeu Fabra, para dilucidar quién vive mejor habría que empezar refiriéndose a los precios.

En España, en los últimos cinco años la inflación ha aumentado un 20%, y desde el año 2000 lo ha hecho un 78%. Japón, en cambio, viene experimentando una situación de precios estables e incluso de deflación en varios momentos desde finales de los años noventa, aunque en lo que llevamos de 2025 el dato ha escalado hasta el entorno del 3,5%.

El caso japonés tiene una particularidad, y es que se trata de un país que ha conseguido mantener la inflación controlada a pesar de la devaluación de la moneda. En este punto hay que aclarar que buena parte de esa devaluación se explica por la enorme bola de deuda acumulada, que en 2024 alcanzó el 236.70 del PIB.

Las causas del fenómeno son variadas e incluyen el envejecimiento poblacional -con el consiguiente aumento del gasto en pensiones-, la elevada tasa de ahorro y la debilidad de la demanda interna, así como las discretas tasas de crecimiento que viene experimentando Japón desde que en 1991 estallara su burbuja financiera. En los últimos cuarenta años, la deuda ha promediado el 150% del PIB, alcanzando el máximo de 258% en 2020.

Como explica Larraga, este fenómeno ha obligado al Banco Central de Japón a mantener los tipos de interés bajos, pues de lo contrario la refinanciación de los títulos de deuda multiplicaría exponencialmente ese montante de dinero prestado. Actualmente, el bono japonés a diez años tiene una rentabilidad del 1,5%, muy lejos del 4,3% de los títulos estadounidenses o del 3,21% de los españoles.

Según Larraga, a esto habría que añadir un hecho cultural que facilita esa combinación de moneda devaluada e inflación baja. Los nipones, explica este experto, tienen una de las tasas de ahorro más elevadas del mundo y un consumo interno bajo, además de una población decreciente, fenómeno que contiene los precios. A esto se añade una cultura de la inversión conservadora, que hace que los bonos de su país sean una inversión atractiva a pesar de la baja rentabilidad.