El Consejo de Seguridad aprueba una resolución de ayuda a Gaza descafeinada por las presiones de EE UU
Tras intensas negociaciones que se han prolongado casi una semana, y después de que el jueves EE UU levantase finalmente su veto a un proyecto de resolución para aumentar la ayuda humanitaria a Gaza cuando la población de la Franja se enfrenta a la amenaza cierta del hambre, el Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado este viernes el texto por mayoría, con 13 votos a favor y dos abstenciones, las de EE UU y Rusia. Se trata de una solución de compromiso que ha pasado por rebajar las pretensiones iniciales del texto hasta descafeinarlo, a juicio de varios miembros del Consejo.
El cese o suspensión de hostilidades para permitir la entrada de ayuda y un mecanismo de supervisión de los cargamentos, los dos pilares de la propuesta de resolución presentada hace una semana por Emiratos Árabes Unidos, se han diluido respectivamente en iniciativas inconcretas (“medidas necesarias para permitir la ayuda” y “un coordinador” de la distribución nombrado por la ONU) que no satisfacen a algunos miembros del Consejo, como Rusia, y muchos otros en la Asamblea General.
La disposición clave exigía “la suspensión urgente de las hostilidades para permitir el acceso seguro y sin trabas de la ayuda humanitaria, y la adopción de medidas urgentes para un cese sostenible de las hostilidades”. En su lugar, la redacción final pide “medidas urgentes para permitir inmediatamente el acceso humanitario seguro y sin obstáculos, y también para crear las condiciones para un cese sostenible de las hostilidades”. Fuentes diplomáticas consultadas por la agencia AP celebraban que esta sea la primera referencia del Consejo a un cese de las hostilidades.
Todos los ojos estaban puestos en el representante ruso, Vasili Nebenzia, disconforme con el adelgazamiento del texto original y que presentó una enmienda para incluir un llamamiento al alto el fuego, respaldada por diez miembros del Consejo pero vetada por EE UU. Curiosamente, Rusia ha coincidido con EE UU al abstenerse en la votación de la resolución, aunque por muy distintos motivos. Además de la difusa petición de “medidas urgentes” para permitir el acceso sin trabas de los suministros necesarios, el principal motivo de discusión desde que el viernes pasado Emiratos presentara el borrador fue el establecimiento de un mecanismo de control por parte de la ONU de todos los cargamentos de ayuda que crucen a la Franja para descartar que los camiones introduzcan armas o productos de contrabando. EE UU, como voz de Israel en el Consejo, se ha resistido a aprobar esa medida, al considerar que complicaba aún más el reparto de ayuda, por lo que la petición inicial se ha transformado en un llamamiento al secretario general, António Guterres, para que nombre un coordinador encargado de “facilitar, coordinar, supervisar y verificar” que la carga sea únicamente de carácter humanitario. Israel se ha resistido en todo momento a ceder esa tarea a terceros.
Conversaciones contra el reloj del secretario de Estado, Antony Blinken, con sus homólogos de Emiratos -único país árabe que se sienta en el Consejo- y Egipto -por donde entra la ayuda a la Franja-, han sido clave para limar las diferencias existentes. Así lo dejó entender Linda Thomas-Greenfield, embajadora ante la ONU, tras una reunión a puerta cerrada del Consejo celebrada en la tarde del jueves. EE UU “ha trabajado duro y diligentemente toda la semana pasada” con Egipto y Emiratos para garantizar la puesta en marcha de “un mecanismo que apoye la ayuda humanitaria” que Gaza necesita desesperadamente. “Estamos listos para votarlo”, señaló la diplomática, que explicó que el texto final es fruto de la negociación de Blinken con Egipto y Emiratos, puenteando a los otros 13 miembros del Consejo, varios de los cuales se opusieron a que se les dejara fuera, según fuentes diplomáticas.
No estaba claro el signo del voto estadounidense -bastaba con su abstención para sacar adelante la resolución-, aunque desde la noche del jueves se descartaba el veto que ha planeado amenazadoramente a lo largo de esta semana. “No voy a decirles cómo votaré”, declaró el jueves Thomas-Greenfield, quien añadió que si la resolución se presentaba tal y como quedó redactada, EE UU “puede apoyarla”, como finalmente hizo dejándola pasar con su abstención. Las resoluciones del Consejo de Seguridad tienen, teóricamente, carácter vinculante y requieren al menos nueve votos a favor y ningún veto para ser aprobadas.
Varios países miembros del Consejo, entre ellos Rusia y Francia -ambos con poder de veto, como EE UU-, no quedaron satisfechos con las últimas correcciones al texto, mientras fuentes diplomáticas se preguntan cómo podrá asegurarse la entrada de ayuda en la Franja si no cesan los combates. El concepto “cese o suspensión de hostilidades” es una línea roja para EE UU e Israel, al considerar que sólo beneficiaría a Hamás. Por lo demás, la nueva formulación del texto “pide a todas las partes que se adhieran al derecho internacional humanitario y, en este sentido, deplora todos los ataques contra civiles y bienes de carácter civil, así como toda la violencia y las hostilidades contra civiles, y todos los actos de terrorismo”.
EE UU quedó solo frente al mundo en dos votaciones de la ONU sobre Gaza. La primera, un proyecto de resolución de alto el fuego del Consejo, que vetó el pasado 8 de diciembre. La segunda, su rechazo a otra resolución prácticamente idéntica que salió adelante por amplia mayoría en la Asamblea General, cuatro días más tarde. Entonces, sólo nueve países, Israel incluido, secundaron su rechazo al texto. Pese al notorio aislamiento de EE UU en la ONU en lo relativo a la guerra de Gaza -similar al de Rusia desde que empezó la guerra de Ucrania-, la amenaza de su poder de veto ha logrado doblegar la voluntad del Consejo, plasmada en una propuesta inicial mucho más ambiciosa.
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