Incendio en el PSOE andaluz en vísperas del congreso federal

El PSOE andaluz que, en poco más de un mes y medio, ejercerá de anfitrión para el 41 Congreso Federal del partido no será la balsa de aceite que se habían imaginado en Ferraz como el escenario perfecto para que Pedro Sánchez revalidase su liderazgo y se sacudiese las disensiones internas a cuenta, sobre todo, de las cesiones a los independentistas catalanes.

Paradojas de la vida, el PSOE tratará de proyectar una imagen de unidad y adhesión inquebrantable a su líder en una comunidad en la que su secretario general, Juan Espadas, -que además será presidente del congreso- está más cuestionado que nunca y con un sector crítico que, aunque aún minoritario, ha acelerado en su afán de segar la hierba bajo sus pies.

El ambiente en el interior del Partido Socialista en Andalucía ya estaba caldeado de unos meses a esta parte, pero la temperatura ha ido subiendo en las últimas semanas hasta alcanzar el punto de ebullición con el fuego cruzado que se han lanzado Espadas y la que fuera su gran rival, la ex presidenta de la Junta y ex secretaria general de la formación, Susana Díaz.

La actual senadora por designación autonómica ha dado un giro en los últimos meses a su estrategia de silencio absoluto que mantenía desde que Espadas la derrotó en las primarias del verano de 2021. Sonora fue su intervención en el último Comité de Dirección, en el que elevó la voz para cuestionar la gestión de Espadas tras las sucesivas, y dolorosas, derrotas electorales que ha ido acumulando. Pero nada comparado con las acusaciones nada veladas que ha lanzado esta semana Díaz en uno de los espacios de televisión en los que colabora.

El caso Ábalos, sobre todo la escalada que ha experimentado tras el último informe de la UCO que señala directamente al ex ministro, le ha servido de armamento a la ex presidenta andaluza, que no dudó en señalar al también ex secretario de Organización del PSOE como el principal responsable de su derrota en aquellas primarias.

Díaz, en el programa Espejo Público de Antena 3, llegó a afirmar que estaba «cabreada como un mono» por los casos de corrupción que están salpicando al partido y recordó que el propio Ábalos «se pegó quince días en un hotel para ganarme las primarias».

«Lo sabe todo el mundo, que llamaban allí a la gente para cambiarle el voto», abundó la senadora socialista en un intento nada disimulado de vincular al ex ministro señalado por la trama corrupta con la elección de Espadas al frente del PSOE andaluz hace algo más de tres años.

Poco antes, Díaz ya se desahogó a cuenta de su exclusión de las listas de delegados que representarán al PSOE-A en el próximo Congreso Federal a finales del mes de noviembre en Sevilla. Será la única senadora por esta provincia que no formará parte de la delegación de su agrupación.

Las manifestaciones de la ex presidenta no han sido bien recibidas ni por Espadas ni por su equipo al frente de la federación andaluza. El secretario general no se ha molestado en disimular el enfado mayúsculo con su antecesora, a la que ha llegado a mandar el mensaje de que la tiene muy cerca en el Senado para poder decirle lo que considere.

Espadas le afeó a Díaz que se valiese de la plataforma de una tertulia televisiva para lanzar su queja, en lugar de expresarla de manera interna. Era «mucho más sencillo», vino a decir el secretario general, que «hubiera llamado a quien tiene la responsabilidad de elaborar esa lista» de delegados del PSOE de Sevilla, que es el secretario provincial del PSOE, Javier Fernández.

Pero el cabreo se extiende por la cúpula actual del partido en la comunidad y hasta su presidente, Manuel Pezzi, se ha lanzado en tromba contra Díaz, señalándola directamente como la responsable última de la traumática pérdida del poder tras las elecciones de 2018. «Con ella y por ella, perdimos el gobierno de la Junta de Andalucía, tras 37 años de gobierno», escribió Pezzi en un durísimo tuit en la red social X.

En este ambiente más que enrarecido, el incipiente sector crítico con Espadas ha encontrado un caldo de cultivo propicio y, aunque la idea inicial era posponer cualquier enfrentamiento hasta la celebración del congreso federal, los ataques que se han intercambiado Díaz y Espadas han avivado sus movimientos y sus pronunciamientos públicos.

Desde el sector que propugna la necesidad de relevar a Espadas se insiste en que no se cuestiona el liderazgo de Sánchez y en que el cónclave de finales de noviembre no va a ser ningún campo de batalla. Pero el clima actual dentro del partido invita a pensar en que la paz aparente que se tradujo en listas unitarias para la elección de los delegados a ese congreso podría estallarle a Pedro Sánchez o, cuanto menos, enturbiar su reelección.