La Familia Real noruega reaparecerá al completo tras el escándalo de Marius Borg
La Casa Real de Noruega afronta estos días uno de los momentos más delicados de su historia reciente. El próximo viernes, 4 de julio, los reyes Harald (88 años) y Sonia (87 años), el Príncipe heredero Haakon (51 años) y su esposa, la Princesa Mette-Marit (51 años), volverán a dejarse ver en público junto a sus dos hijos en común, la Princesa Ingrid Alexandra (21 años) y el Príncipe Sverre Magnus (19 años). Será la primera aparición de toda la familia desde que se conociera que Marius Borg Høiby (28 años), primogénito de Mette-Marit, ha sido imputado por 23 delitos, entre ellos, violación, abusos sexuales y amenazas.
La Familia Real participará en la conmemoración del 200 aniversario de la emigración a América, un acto programado en la ciudad de Stavanger, al sudoeste del país. La cita está prevista para las 10:30 horas y, a pesar de la expectación generada, la Casa Real mantiene su intención de seguir con su agenda institucional sin pronunciarse sobre el proceso judicial que salpica de lleno al entorno familiar.
El pasado viernes, 27 de junio, la Policía local confirmó en rueda de prensa que Marius había sido imputado tras una extensa investigación que incluyó el análisis de abundante material digital y múltiples interrogatorios. «Ha sido una amplia investigación que ha incluido análisis de mucho material digital y han sido interrogados muchos testigos», detalló Andreas Kruszewski, abogado de la Policía, en declaraciones públicas ese día. El caso ya ha sido trasladado a la Fiscalía del Estado, que deberá decidir si presenta una acusación formal.
Aunque Marius no ostenta ningún título real ni forma parte oficialmente de la institución, siempre estuvo estrechamente vinculado a la Familia Real. Hijo de Mette-Marit antes de casarse con Haakon, durante años disfrutó de privilegios como pasaporte diplomático, residencia oficial y protección. Esta estrecha relación ha convertido su situación en uno de los mayores escándalos que se recuerdan en el país nórdico.

Los hechos se remontan a agosto de 2024, cuando Marius fue arrestado por primera vez tras un altercado en el domicilio de su entonces pareja. Poco después reconoció públicamente tener problemas con el consumo de alcohol, drogas y trastornos psicológicos. En septiembre, volvió a ser detenido por incumplir una orden de alejamiento interpuesta por una de las víctimas. Un tercer arresto se produjo el 18 de noviembre por mantener relaciones sexuales con «alguien que está inconsciente o que por otros motivos no puede oponerse al acto», según se detalla en el sumario policial.
El primogénito de Mette-Marit recuperó la libertad a finales de noviembre, tras pasar varias semanas en prisión preventiva. Desde entonces ingresó en un centro de rehabilitación en Londres, del que se fugó poco después alegando desacuerdos con el tratamiento impuesto. Pese a quedar en libertad, la investigación siguió su curso, ampliándose la lista de cargos y de víctimas. Actualmente se contabilizan seis personas afectadas, cinco mujeres y un hombre.

Consciente del impacto mediático y social del caso, la Casa Real noruega optó por fijar una postura clara: mantenerse al margen de cualquier valoración, dejando todo en manos de la Justicia. «Hay que permitir que la Policía y el sistema judicial se encarguen de esto. Confío en que harán un buen trabajo», manifestó el príncipe heredero Haakon en una de sus escasas declaraciones sobre el asunto. Por su parte, Mette-Marit admitió hace unos meses que 2023 fue «muy duro» para la familia y reveló que recibieron «ayuda profesional» del sistema sanitario, única referencia pública a la situación de su hijo.
Ningún miembro de la familia ha sido llamado a declarar en este proceso, aunque, tal y como trascendió, el abogado de una de las víctimas solicitó que Mette-Marit fuera interrogada, una petición que fue desestimada por la Fiscalía.
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