Euforia en Cibeles por la victoria del Real Madrid: "He venido a España para ver la final de la Champions"
La plaza de Cibeles se convirtió en la zona cero de una ciudad exultante por la victoria del Real Madrid en Wembley ante el Borussia Dortmund. La noche fría, con el mercurio por debajo de los 20 grados, volvió cálida en los aledaños de la estatua de la diosa, cuyos alrededores se tiñeron de blanco para celebrar una noche histórica en la que el equipo de Chamartín se impuso con un 2-0 al club del Ruhrpott gracias a un soberbio cabezazo de Dani Carvajal y a un despliegue de viveza de Vinicius, que cerró el marcador.
Desde temprano, la ciudad respiraba fútbol. Los bares, las calles, cada rincón de Madrid latía al ritmo de una hinchada que nunca dejó de creer en una temporada especialmente difícil marcada por las victorias in extremis.
Al pitido final le siguió un rugido colectivo procedente de todos los bares del distrito centro. Un alarido de victoria que resonó en el casco antiguo, rubricando un récord histórico del equipo blanco.
Apenas minutos después del final del partido, la marea blanca comenzó su peregrinaje hacia el corazón de la celebración: niños, jóvenes, adultos, todos unidos por el amor a unos colores, invadieron la plaza.
Una plaza en la que, con acentos de Escocia, Chile, Francia, Venezuela, Portugal e incluso Alemania, se coreaba una y otra vez los clásicos Cómo no te voy a querer y Así, así, así gana el Madrid.
Por ejemplo, Joao, de Río de Janeiro, que había organizado un tour por España para el que concienzudamente había hecho "coincidir su visita a Madrid con la final de la Champions".
Mientras tanto, Marie y Anne, francesas de Erasmus en Madrid, acudieron a la celebración con camisetas de Vinicius y Camavinga, movidas por la curiosidad de la celebración.
Un caso más extremo es el de Juan, de Caracas, que pide a Gran Madrid una foto con la Cibeles de fondo mientras besa apasionadamente su escudo del Real Madrid.
Todos ellos son parte de una euforia colectiva marcada por las sonrisas en los rostros de los aficionados que, invadiendo la vía pública, convirtieron los aledaños de Cibeles en un festival.
La celebración, sin embargo, estuvo fuertemente custodiada por las autoridades. Después de la llegada de los primeros aficionados, cerca de una treintena de furgonetas de la UIP blindaron los accesos a la fuente, cortando el tráfico desde la esquina entre la Gran Vía y la calle del Clavel, o desde el emblemático edificio Metrópoli.
Para acceder al lugar de celebración era necesario someterse a rigurosos cacheos de las Unidades de Intervención Policial que, empleando vallas, crearon un sistema de acceso hacia los aledaños de la fuente, provocando colas y algunos embotellamientos.
"¿Por qué hacen esto?", pregunta en inglés un joven de Edimburgo. "Para que no vendan cerveza", responde otro aficionado del equipo blanco en la lengua de Shakespeare. Una explicación que lleva al escocés a exclamar un sonoro "mierda, cerveza" en perfecto castellano.
En el centro de la multitud, arropada por los cánticos de "Campeones, campeones, oe, oe, oe", recibía el calor de los aficionados mientras permanecía protegida por un perímetro interior de varias furgonetas de la UIP y efectivos del Samur.
Además de por el histórico hito de alzarse con 15 copas de Europa, se trató de una celebración especial para los aficionados del Real Madrid en lo que se convirtió en una despedida por todo lo alto para el alemán Toni Kroos, añadiendo una capa de emotividad a una noche ya de por sí cargada de euforia y sensaciones fuertes.
El tráfico se detuvo, las calles colapsaron, el mercurio bajó por debajo de los 20 grados, la policía impidió la venta de latas de cerveza a un euro dentro del perímetro, pero a nadie pareció preocuparle en una histórica noche de euforia en la que los gritos de "así, así, así gana el Madrid", los "olés" y el subwoofer con música tecno que había traído un entusiasta aficionado calentaron una noche para el recuerdo frente al Palacio de Correos.