Los monstruos míticos de España, región por región
«Nuestros monstruos corren peligro de desaparecer porque la gente ya no los conoce, ni sabe cómo se llaman, ni qué forma tienen, ni dónde viven, ni cuáles son sus costumbres, ni cómo se convive con ellos», sostiene Ana Cristina Herreros, autora del 'Libro de los monstruos españoles' (Siruela), una detallada descripción de seres fantásticos acompañados de los cuentos populares de cada región de España.
«Estos monstruos que están desapareciendo son los monstruos de nuestra tradición oral, los monstruos que habitaron nuestras cuevas, que cantaban junto a una fuente o a la orilla del río, que se bañaron en nuestros mares, que surcaron nuestros cielos, que se ocultaban en nuestros desvanes o hacían diabluras en nuestras cocinas. Desaparecen nuestros monstruos. Desaparecen sustituidos por los monstruos fabricados por multinacionales del ocio y del consumo, monstruos de pacotilla que ya nada tienen que ver con nosotros ni con nuestra forma de imaginar», apunta la autora.
El siguiente recopilatorio está elaborado a partir de su obra. Las localizaciones indican las regiones dónde se han recopilado los cuentos populares. Las imágenes han sido generadas con IA.


El señor de los bosques salvajes vive en lo más recóndito de la espesura del País Vasco y Navarra. Ser de gran fuerza y tamaño con una pierna de tronco, es protector de rebaños y descubridor de la agricultura. La versión cántabra es el 'musgoso', y la asturiana es el 'busgosu'.


Ogro pastor gigantesco con un solo ojo en la frente, enormes colmillos y mucho pelo, alimentado a base de humanos. Heredero de la mitología griega, en la Península recibe diversos nombres ('ojancos', 'ojarancos'). Su compañera, la ojáncana, come bebés.


Culebra gigantesca, del tamaño de una persona, a veces con siete cabezas. Paraliza con su mirada, estrangula con su abrazo y mata con el veneno de su lengua. Aparece con sólo nombrarlo.


Seres pequeños con aspecto de viejo, vestidos de verde o rojo para pasar desapercibidos y camuflarse entre el follaje. Muy trabajadores en labores de agricultura y minería, son grandes conocedores de los secretos de la tierra. Insistentes, pesados y gruñones, pero agradecidos.


Seres enormes con una gran fuerza física y poca inteligencia, de larga barba y melena. Debido a su voracidad, pueden poner en peligro la vida en las aldeas. Sin embargo, son criaturas agradecidas, y están al servicio de quien les ayuda.


Seres con rasgos de hombre y de lobo, pelo en el cuerpo y la cara, ojos inyectados en sangre, colmillos muy desarrollados y garras en manos y pies. Sufren por su doble condición de hombre y lobo. Matan ovejas y diezman rebaños.

Aunque parece mujer, tiene parte de su cuerpo de otro animal, frecuentemente pies de yegua, de gallina o de pato. Roba niños y se los come. Viven en cuevas o a las orillas de un río. Por un lado son refinadas y por otro poseen una fuerza sobrehumana. Es heredera de la mitología griega.


Animal de cuatro patas, un caballo o un ciervo, con un cuerno, como el unicornio, o varios, largos y puntiagudos. Aparece y desaparece misteriosamente. Recorre los campos cambiando el sexo de la gente si así lo desea.
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Muchachas con raras costumbres, como tender ropa por las noches, hilar o contemplarse en un estanque. Producen embobamiento con solo mirarlas. Castigan a los hombres que seducen y luego abandonan a las mujeres. Heredera de la mitología griega, en España se las llama mozas del agua.


Mitad mujer, mitad pez. Con sus cantos encantan y llevan a la perdición a los hombres. Pierden al marino y les hacen equivocar de ruta para llegar a puerto. Es heredera de la mitología griega.
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Mujeres con alas o aves con cabeza de mujer y garras afiladas. Lanza un grito estridente que anuncia su presencia. Devora a niños, sobre todo a los mentirosos. Herederas de la mitología griega.

Enormes serpientes con alas de murciélago que viven en cuevas y custodian un tesoro o una doncella. Aterrorizan a los campesinos exigiéndoles que les alimenten, a menudo con seres humanos. Su punto débil es la garganta.


Ser de enormes patas, cuello largo y cola larga, alas de murciélago, escamas de cocodrilo, garras de león y fauces enormes por las que escupe fuego. Símbolo de la oscuridad, viven en la profundidad de las cuevas. Es el símbolo de la maldad en la lucha del bien contra el mal.


Ser alado con cuerpo de león y capacidad de hablar con sabiduría. Debora hombres. Heredero de la mitología egipcia y griega, en España aparece asociado a un diablo sabio conocedor de los secretos de la vida y la muerte.

Para unos un hombre pequeño, para otros un gigante. Sucio, con la ropa chamuscada y un sombrero grande que delata que es extranjero y no es campesino. Con sus enormes zuecos hace el ruido de los truenos y con sus tenazas lanza los rayos de las tormentas. Caen de las nubes.
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Ser gigantesco, con una boca muy grande para tragar, a veces sin dientes, y un apetito tan grande como ellos. Viven en despensas, desvanes y en lugares donde se guarda la comida. No es fácil sacarlos

De poca estatura, a veces es un viejo, a veces es un niño. Aparecen tocados con un gorro picudo. A veces hacen fechorías que perjudican en lugar de ayudar. La forma de evitar su actividad frenética es mandarles tareas imposibles

Mujeres, unas veces viejas, otras jóvenes doncellas. Su oficio es tejer el destino de los hombres. Son herederas de las parcas de la mitología romana y de las moiras de la mitología griega.

Hombre oscuro y sucio, parecido a un mendigo, siempre con un saco al hombro. Es un monstruo del siglo XIX, asociado al extranjero, un desconocido que llegaba cargado a los pueblos. Se asoció también al Sacamantecas, que se llevaba a los niños para arrancarle las tripas.
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