Alcaraz supera por consistencia a Sinner y jugará su primera final en Roland Garros>

  • Carlos Alcaraz
  • 2 6 3 6 6
  • Jannik Sinner
  • 6 3 6 4 3

    El español tenía como objetivo en el choque ante Stefanos Tsitsipas no perder su primer servicio, como había hecho en los cuatro primeros partidos. Que todos los había solucionado con nota, pero sabía que no podía tentar tanto a la suerte. Pero los nervios son evidentes y el objetivo no se cumple ante Sinner. Porque salva la primera con un saque directo, pero concede la segunda con una derecha a la red. Un pecado que le cuesta porque empieza la semifinal a contracorriente tras un juego inicial que dura seis minutos. Sinner no es Wolf, ni De Jong, ni Aliassime, ni Korda ni Tsitsipas y certifica el segundo juego en blanco. Esto, sabe Alcaraz, es una carrera de fondo, así que tampoco se desespera. Pero no se puede tentar tanto a la suerte.

    Le toca sufrir porque este Sinner ha salido en modo avión, dos roturas, dos juegos suyos en blanco. Con una fuerza y una inteligencia que demuestran que ha estudiado muchísimo el juego el español. Porque le lee las dejadas y los saques, y le intuye los movimientos casi antes de que los piense el murciano. La Chatrier asiste encantada a ese inicio de partido, debate encendido en las gradas porque hay ánimos para «Caglos», y replican enseguida los de «Jannik». Y que anima el primer juego de Alcaraz a los 20 minutos de duelo (4-1). Son los dos líderes del futuro ya hoy, llenos de fuegos artificiales.

    Despierta el español y el partido parece que vuelve a empezar, bola de rotura porque el italiano ha bajado una décima la intensidad, imposible aguantar la potencia que había expuesto durante mucho más tiempo, y comete dos errores de revés consecutivos.

    Tanta la tensión en esa pista vestida de final aunque sea la penúltima ronda todavía, que a Alcaraz lo atrapan los nervios cuando parecía haber visto la luz. Una doble falta que no tocaba para regalar otra bola de rotura. Presión que llega de dentro y del otro lado de la red, que Sinner es un muro y ha vuelto a subir la intensidad. La salva pero es un aviso para sí mismo. Esto, ante Sinner, no. Pero vuelven los nervios y la derecha que se estrella en la red permite volver a impulsarse al italiano. Sinner manda y aunque resiste Alcaraz una bola de set, la segunda no la puede levantar, y en 40 minutos es un 6-2 para el italiano.

    El que ya es de facto número 1 golpea con más fuerza de la que le llega, que ya es decir, y hasta las que no puede ponerse encima de la pelota las responde como puede y entran. Y Alcaraz sufre, que es otra rotura nada más iniciarse el segundo set.

    La tensión también habita en el de San Cándido, pero durante la primera hora es una tensión que sabe poner en juego y con acierto. Sabe que ha bajado antes una décima el nivel y Alcaraz se ha echado encima. Y vive que baja de nuevo una décima el nivel en el cuarto juego y Alcaraz se envalentona, con muchas cosas por decir.

    Calambres y sonrisas

    Grita Alcaraz, que logra el break y hay que soltar la tensión. Por fin por delante en el partido después de haber sufrido tanto y haber esperado la oportunidad de romper la defensa del italiano. Aquella pequeña grieta, menos primeros servicios, se convierte en un agujero porque es él ahora quien lee al rival con facilidad y Sinner quien no acierta en las decisiones de sus tiros, y por donde empieza a discurrir por fin la derecha letal, la que no encuentra oposición. Cinco juegos consecutivos para devolverle el set, en 50 minutos.

    «Jannik, Jannik», impulsa la Chatrier porque ve abatido al italiano; «Carlos, Carlos», empuja el otro lado. Y en el albero, es un Sinner que no encuentra primeros y un Alcaraz que aprovecha los regalos, diez errores de revés para el italiano hasta ese momento y, sobre todo, cinco dobles faltas muestra de que, además de tensión, se ha desequilibrado la estrategia.

    Los fuegos artificiales se apagan en este tercer capítulo. Esto todavía no es un Nadal-Federer. Es más a fallos que aciertos, encadenando dobles faltas y breaks uno y otro; demasiado estáticos ambos, como si los calambres de la tensión de estas dos horas los hubieran atrapado en una pájara de once minutos interminables, que es lo que dura el quinto juego, con cuatro opciones de break para Alcaraz, también acalambrado; con recuerdos ingratos de aquella otra semifinal del año pasado en la que claudicó ante ellos y ante Djokovic.

    Sinner incluso tiene que ser atendido del brazo derecho. Alta tensión corriendo por las venas. No es un partido cualquiera, aunque no sea siquiera una final. Y no está cómodo el murciano porque en el peor momento físico del italiano, este está por encima en el marcador después de cuatro juegos consecutivos (6-3).

    Curiosamente, los temblores desaparecen en ambos cuando se cumplen tres horas de partido, nadie cede esta vez su servicio. Y Alcaraz se libera, la derecha mata y el revés remata y entra en ese agujero mental que deja Sinner para lograr el cuarto set al resto y decidirlo todo al quinto set. Brazo en alto y la mirada taciturna de hace una hora es ahora todo determinación. Por sensaciones, se lo ve más capaz de aguantar física y mentalmente, y alargar el partido todo lo que haga falta.

    En la recta final es un Alcaraz superior, que pincha el italiano de nuevo pálido con su primer servicio, y desperdicia todo lo bien que lo había hecho en los sets anteriores. El mejor de la temporada contra el mejor del torneo, el que está más preparado y concienciado de que son siete partidos a puro desgaste físico, que está sobrado tras los fantasmas del brazo, y mental, que ya ha estado más veces en estas situaciones.

    Por eso se permite media sonrisa, solo media, cuando logra el break en el segundo juego, que son cuatro consecutivos y se inclina el billete para la final hacia su lado, que tiene un arsenal el murciano y se le escapan las ideas al italiano, demasiado tiempo intentando jugar a la intensidad a la que solo lo obliga Alcaraz.

    Ese break que lo impulsa, que saca todo su repertorio de solidez en esos últimos juegos, y frena los últimos chispazos del italiano, que, no obstante, se revuelve para salvar dos bolas de partido. Sin embargo, y a pesar de los nervios, este Alcaraz exhibe ese paso por delante que todavía tiene sobre Sinner en estos escenarios, y prevalece con un revés paralelo en el juego de la tensión para llevarse el cara a cara a favor (5-4) y el billete a su primera final de Roland Garros.

    «Tienes que encontrar la alegría sufriendo. Es la clave. Incluso más aquí en tierra, y en Roland Garros, con peloteos tan largos, con cuatro horas y cinco sets. Tienes que aprender a sufrir. Y muchas veces me ha dicho mi equipo que tengo que disfrutar sufriendo. Probablemente es uno de los partidos más difíciles de mi corta carrera. El gran trabajo que pone cada día Sinner hace que sean siempre tan complicado. Y espero que lo siga haciendo para que tengamos más partidos como este», comentó el jugador a pie de pista.

    «Teníamos calambres los dos y teníamos que seguir luchando. Aprendí del partido de semifinales contra Djokovic del año pasado. En esos momentos tienen que estar calmado y continuar porque los calambres van a desaparecer. Hacer los puntos más cortos. Pero sí, ha sido un tercer set muy raro. El cuarto y el quinto han sido con un gran nivel. Estoy muy contento de haber esperado mi momento para coger la oportunidad cuando he podido», zanjó. «A todos los hispanohablantes, muchas gracias por venir. Me siento un privilegiado. Os espero en la final».