Rabia y dolor en Almuñécar tras las 14 puñaladas que mataron a Gabriel, un padre de dos hijos «que no se metía con nadie»

Guillermo Ortega

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Fernando y Gabriel vivían en Almuñécar y se conocían desde hacía bastantes años, pero, por lo que fuera, no tenían una buena relación. El pasado viernes 4 de abril, tras intercambiarse mensajes no demasiado amistosos, quedaron para verse las caras y arreglar sus diferencias en un bar del centro.

Fernando, de 40 años, llegó antes. Se pasó allí, según difundió por sus redes, media hora esperando. Y mientras esperaba, insultaba, también por redes, a su oponente, le decía que no tenía agallas para enfrentarse con él. Estaba en un sitio bastante expuesto, había cámaras de seguridad, pero proclamaba que eso le daba igual, que se peleaba donde fuera.

«Soy de la vieja escuela, no soy de ordenadores ni de esas cosas sino de vernos las caras. Y si tengo que entrar, que sea por algo grande. A mí me daría vergüenza entrar por robarle a una viejecita». Entrar en la cárcel, quería decir Fernando, que finalmente vio llegar a Gabriel y pasó de las palabras a los hechos.

Gabriel tenía 33 años y dos hijos, de 13 y 7 años. Era monitor de boxeo y también trabajaba como vigilante de seguridad en una discoteca. Aseguran quienes le conocían que era un hombre trabajador y que no se metía con nadie. Llegó a cuerpo gentil, con intención de hablar; no se esperaba que su rival fuera armado con un cuchillo de grandes dimensiones. No era la primera bronca en la que se metía: poseía antecedentes policiales por participar en incidentes violentos.

Gabriel llevaba las de perder y así fue. Según las primeras estimaciones, Gabriel recibió catorce puñaladas, al menos una de ellas en el corazón. Aunque el servicio de emergencias desplazó un helicóptero al campo de fútbol de Almuñécar para que pudiera ser trasladado a toda prisa al hospital de Motril, murió antes de eso. Fernando fue detenido en el lugar de los hechos, la Puerta de Vélez, y trasladado a dependencias de la Guardia Civil.

Una rabia «comprensible»

Este lunes, ante la sede de los juzgados del municipio costero, a la espera de que el de Instrucción número 1 decretara su ingreso en prisión, medio centenar de amigos y familiares de Gabriel se han concentrado pidiendo «justicia» para él, llamando «asesino» a Fernando» y reclamando, con pancartas y a voz en grito, que lo metan en la cárcel y que no lo dejen salir.

Mientras, el alcalde de Almuñécar, Juan José Ruiz Joya, se ha pronunciado a través de su cuenta de Facebook sobre el suceso, que «ha roto el corazón de una familia, de un grupo de amigos y de toda una ciudad». Ha incidido en que «nada justifica que alguien pierda la vida de forma tan cruel» y ha enviado su pésame a todos los que querían a Gabriel. «Sólo el tiempo y el respeto pueden ayudar a cicatrizar una herida tan injusta.

Además, el regidor ha hecho un llamamiento a la calma a los vecinos. «Os pido que actuemos con responsabilidad. La justicia está trabajando y debemos confiar en ella. Las instituciones están para protegernos, para investigar, para juzgar con rigor, y para que nadie se quede sin respuesta ni sin amparo. La rabia es comprensible, pero la violencia nunca será el camino. No podemos permitir que el dolor nos arrastre a cometer errores. Porque cuando una sociedad pierde el respeto, pierde también su libertad. Y nosotros, como pueblo, no vamos a permitir que eso ocurra», ha escrito.

Poco antes de la una de la tarde, y como era previsible, el citado juzgado decretó para el presunto asesino el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Fuentes judiciales han asegurado que el detenido ha contestado tanto a las preguntas del juez como a las formuladas por la defensa de Gabriel.

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