Los guardias civiles que sobrevivieron al ataque de la narcolancha: “La barca en la que íbamos no estaba preparada”
Las declaraciones ante la jueza María Eulalia Chanfreut, el pasado 10 de mayo, de los cuatro guardias civiles que sobrevivieron el pasado frebrero al ataque de la narcolancha en el puerto de Barbate (Cádiz) en el que fueron asesinados los agentes Miguel Ángel González y David Pérez no han aportado casi datos sobre la presunta autoría del doble crimen, pero sí pusieron de manifiesto la inferioridad de medios con la que los miembros del instituto armado hicieron frente a los delincuentes. “La barca en la que íbamos no estaba preparado para ese cometido de ninguna de las maneras”, señaló uno de los guardias civiles, de iniciales O. O., quien también lamentó que “la única protección” que tenían eran sus armas cortas [pistolas]. “Ni siquiera pudimos ir con arma larga [subfusiles]”. Uno de sus compañeros, identificado como D. A., apuntó en el mismo sentido al asegurar que oyó cómo el sargento que les envió comentó a uno de sus superiores que “con el tipo de embarcación tan pequeña” con la que iban a echarse al agua en el puerto, la narcolancha “podía pasar por encima”, según se recoge en los vídeos de las declaraciones a los que ha tenido acceso EL PAÍS.
Cuando los abogados de las acusaciones intentaron ahondar en estas cuestiones, la jueza Chanfreut impidió que siguieran haciendo preguntas al considerar que no iban dirigidas a aclarar el objeto de la investigación, el asesinato de los agentes, sino otras cuestiones. “No la veo procedente. Le he dejado al principio, pero ya creo que es suficiente”, manifestó la instructora, interrumpiendo a uno de los letrados. Las dos asociaciones profesionales mayoritarias entre los agentes, la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) y Justicia para la Guardia Civil (Jucil), personadas en la causa como acusación, han presentado sendas denuncias contra mandos del instituto armado por haber mandado a los seis agentes a enfrentarse a las narcolanchas que se habían refugiado aquella noche en el puerto de Barbate con medios, en su opinión, claramente insuficientes. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Barbate ha abierto unas diligencias de investigación por estos hechos.
La comparecencia de los cuatro guardias civiles en el juzgado se produjo la semana pasada, justo tres meses después del suceso que costó la vida a sus dos compañeros y cuando aún sufrían las secuelas físicas y psicológicas por ello. De hecho, antes de iniciar la toma de declaración, la jueza pidió a la Fiscalía y a los abogados de las defensas y las acusaciones que las cuestiones que plantearan a los agentes “fueran lo más breve posible para que este acto no tenga una duración excesiva, que pueda causar un mayor daño, un mayor perjuicio” a las víctimas. Fue la propia jueza la que comenzó los interrogatorios con cuestiones siempre dirigidas a que aportaran nuevos datos que permitan identificar a los autores de los hechos, aún en paradero desconocido, tras el informe de la Guardia Civil que exonera del crimen a los seis primeros detenidos. “¿Usted pudo ver a la embarcación que colisiona con la patrullera?”, planteó al primer agente, O. O., miembro del Grupo de Acción Rápida (GAR). “La verdad eran todas más o menos del mismo tamaño, oscuras, y no les sabría describir ninguna particularidad”, respondió el guardia civil. Sobre si vio el número de tripulantes que iban en la lancha que les atacó, el agente respondió: “En las embarcaciones que estaban por ahí alrededor yo creo que todas tenían mínimo unas tres personas”.
El testimonio del agente giró hacia las condiciones y medios con el que acudieron a intentar interceptar a las seis narcolanchas cuando los abogados de las acusaciones iniciaron su turno de preguntas. Entonces, el agente, que declaró por videoconferencia, aseguró que “nunca estuvo claro” cuál era su cometido. “Se nos dice que nos pongamos un neopreno [traje para actividades acuáticas] [...] Y una vez en el coche [uno de sus superiores] nos hace entrega de dos cascos para protección de la cabeza, y nos indica que hagamos lo que podamos”, señala en su testimonio en el que recuerda que solo llevaban sus pistolas. Cuando le preguntaron si la zódiac en la que se echaron al agua estaba preparada para hacer frente a las narcolanchas, el agente respondió: “Nosotros [los agentes del GAR, especializados en actividades antiterroristas] tampoco estamos preparados en ese tipo de operaciones anfibias dentro de una embarcación, y, por supuesto, que en esa embarcación tan pequeña y de esas características no era la correcta para hacer ese tipo de cometido”.
El segundo agente que declaró, D. A., que era el que portaba en su casco la Go-Pro (cámara resistente al agua que grabó las imágenes que están resultando clave en la investigación) incidía en el mismo sentido. Al describir cuándo y de quién recibió las órdenes para acudir al puerto de Barbate, el agente señala que el suboficial al mando de su grupo recibió instrucciones por teléfono de un teniente coronel: “Yo escucho lo que le dijo el sargento [al otro mando], que con el tipo de embarcación tan pequeña que tenemos nosotros que nos podía pasar por encima [la narcolancha]”.