Sevilla - Leganés: Este Sevilla huele fatal (2-2)
Caparrós planteó el partido con un once con los menos habituales de Pimienta en el ataque: Peque, Suso y García Pascual. Todos junto a, por supuesto, el cautelarmente exonerado Dodi Lukebakio. Saúl volvió a acompañar a Agoumé en el doble pivote, aunque el ilicitano sigue siendo un cero a la izquierda en el Sevilla.
Con estos mimbres, el cuadro blanquirrojo se plantaba ante los suyos para romper con la racha de seis jornadas sin ver la victoria. Aunque no arrancó bien el partido para los de Caparrós. Un error de Lukebakio llevó al equipo a volver a encajar un gol en una jugada a balón parado. El belga hizo una falta sobre Javi Hernández en las inmediaciones del área sevillista, acción por la que vio amarilla, y Munir fue el encargado de meterla tras un fallo grosero de Nyland. El noruego tocó el balón, pero no lo suficiente como para sacarla de la trayectoria. Minuto seis y el Sevilla ya iba perdiendo, de nuevo, en casa. Munir no lo celebró y pidió perdón. Tocaba remar.
Conscientes de la situación en la que se colocaban, los de Caparrós se subieron al área pepinera para buscar la igualada lo antes posible. Lukebakio llevó la voz cantante en la mayoría de las jugadas de peligro sevillistas, pero nadie terminaba de rematar. Lo intentó García Pascual con un disparo raso, que desvió Jorge Sáez, también se animó Pedrosa con un centro-chut, pero Dmitrovic lo detuvo sin problemas. Y como el refranero español es muy sabio, a la tercera fue la vencida. Corría el minuto 21 cuando un córner, perfectamente puesto por Suso, se topó con la cabeza de Kike Salas, que mandó el cuero al fondo de la portería y devolvió las tablas al marcador del Sánchez-Pizjuán. Y la música empezó a sonar con más fuerza en Nervión. Tal y como prometió la grada, ningún reproche sonó dentro del estadio
Quiso reaccionar pronto el Leganés, con un remate de Munir, que se precipitó demasiado y no vio portería. El balón apenas pasaba por el centro del terreno de juego, ya que ambos equipos cuando se hacía con él cabalgaban rápidamente hacia las áreas. Suso, crecido con su brazalete de capitán en el brazo, colgaba balones con la esperanza de que algún compañero los aprovechara. Pasada la primera media hora del encuentro, tuvo Peque su oportunidad, a través de una jugada cocinada por Agoumé que se la pasó a Suso y éste colocó el balón para que el catalán rematara desde fuera del área. Un balón que se fue por muy poco. Sería la más clara de los locales hasta el descanso, ya que, a pesar de la sensación de peligro, no se produjeron ocasiones flagrantes de goles por ninguna de las dos partes.
El cuadro de Joaquín Caparrós llegó al descanso dominando la posesión, pero sin lograr adelantarse en el marcador. El utrerano movió sus primeras piezas en este intermedio, sacó a Juanlu por Carmona, el visueño tenía una tarjeta amarilla y había tenido algunos errores que habían sacado de quicio a Luci, mano derecha de Caparrós.
Los Borja Jiménez saltaron con malas intenciones. Munir se erigió con el mayor quebradero de cabeza de la defensa sevillista. Mientras que Caparrós decidió meter piernas frescas a los suyos con Isaac y Gudelj por el inoperante Saúl y el agotado Peque. Buen partido del catalán, que se marchó con el mal sabor de boca de no haber materializado las buenas ocasiones que tuvo durante la primera mitad.
Sentaron bien los cambios en el Sevilla FC, que comenzó a dominar de nuevo el juego y a neutralizar al rival. En sus pies tuvo Lukebakio adelantar a su equipo en un mano a mano con Dmitrovic, que el serbio salva con la mano. El belga no de detuvo ahí. Con una cabalgada se puso frente a la portería y realizó un potente lanzamiento que se marchó por muy poco. A ésta, le siguió un cabezazo de García Pascual, pero nada. Este recital hizo rugir como hacía tiempo que no lo hacía al estadio, que llegó a su clímax en el minuto 70 cuando Isaac Romero (sí, ese mismo) logró poner delante a su equipo. Una internada de Juanlu por la derecha y le dio el pase de la muerte a su compañero canterano, que no falló esta vez. El gol se celebró con rabia y la grada coreó el nombre del delantero de la casa. Lo necesitaba después de una temporada en la que la responsabilidad le ha pasado factura.
No obstante, el sevillismo este año está condenado a sufrir. Cuando aún no se había asimilado las mieles de una posible victoria, Javi Hernández heló la sangre de los presentes con un gol en el 73. La defensa sevillista se durmió y colocó la alfombra roja para que Chicco centrara y el lateral batiera a Nyland de cabeza.
El partido se perdió ahí. El grupo no logró reponerse del golpe y a Caparrós las balas se le iban gastando. Sacó ya a Ejuke en los últimos minutos por un dolorido García Pascual, pero el duelo se descontroló. Cerca, demasiado cerca, estuvo Óscar Rodríguez de marcar desde fuera del área, el balón tocó el travesaño. También se adentró Lukebakio con mucho peligro hasta en dos ocasiones, pero la nerviosera volvió a instaurarse en el conjunto hispalense y nada más se pudo hacer. Empate que sabe a fracaso y, en cuanto pitó el final, la grada acabó con la tregua. «Directiva, dimisión».