India y Pakistán, lecciones aprendidas
El aumento de la tensión derivó en una escalada de las hostilidades militares, con intensos enfrentamientos de misiles, artillería y drones, incluyendo el derribo de cazas. Esto despierta el interés desde el punto de vista tecnológico y operativo. Resulta fundamental saber qué funcionó y qué no, el equipo utilizado, procedimientos y tácticas. Se hace patente la importancia de los sistemas frente a las plataformas y la necesidad de una correcta integración. El uso exitoso de material de fabricación china es relevante porque tiene muchas derivadas, una de ellas la exportación y otra la superioridad tecnológica desarrollada y demostrada en combate.
Las hostilidades siguen y la percepción es que India no ha cumplido las expectativas. El que Nueva Delhi e Islamabad hayan mantenido relaciones conflictivas desde su independencia en 1947 es una realidad asumida en el ámbito internacional. Equilibrios y alianzas diplomáticas son necesarias, pero el nuevo escenario de Competición de Grandes Potencias implica una mutación acelerada que multiplica la incertidumbre. Y más aún, cuando se trata de actores que comparten frontera en la región del Himalaya, donde el agua importa, y que cuentan con armamento nuclear, una capacidad que teóricamente sirve para disuadir, pero que, como estamos viendo, no evita enfrentamientos armados convencionales entre las partes, aunque sean limitados.
La advertencia hecha pública de que todo esto nos acerca a un «gran conflicto», pone en evidencia el riesgo de los actores no estatales -en este caso grupos terroristas yihadistas-, la relevancia de las cuestiones tecnológicas militares y la necesidad de crear arquitecturas diplomáticas robustas, más allá de la narrativa de un multilateralismo ingenuo y simple.