El Papa: «Repeler sistemáticamente a los inmigrantes es un pecado grave»
El Pontífice pide «no militarizar las fronteras» para que no mueran más migrantes cruzando el mar y el desierto
Que el Papa haga las maletas ya es de por sí una noticia, pues su último viaje fuera de Italia se remonta al 22 y 23 de septiembre del año pasado. Pero Francisco tiene objetivos estratégicos en esta gira que comenzará en Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, y que le llevará a la selva tropical de Papúa, al avispero de Timor Oriental y al enclave ultra tecnológico de Singapur.
«Quiere darles cierto reconocimiento porque son cuatro países con vocación de pluralismo, cada uno a su modo», adelantó este viernes el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, durante la presentación de la agenda del viaje. «Además, aprovechará para desde allí referirse a los tiempos difíciles que vivimos, a la importancia de cultivar la paz donde se ha obtenido con tanta dificultad, y a buscarla allí donde está en peligro», añadió. El portavoz considera también que para el «papa misionero» es muy relevante «ir al encuentro de las comunidades católicas de estos lugares» lejanos.
La Santa Sede no suele dar detalles sobre los motivos concretos que llevan al Papa a estos países, pero ha dado pistas para intuirlos. Indonesia es un país de mayoría abrumadoramente musulmana, pero no es islamista, y esto la ha convertido en una de las naciones más prósperas del sudeste asiático. Sin duda, Francisco quiere apoyar este modelo y darlo a conocer, pues no muy lejos de allí, países como Malasia o Brunéi van por otros derroteros.
Papúa Nueva Guinea es tierra de misión, y el cristianismo llegó hace sólo 70 años a algunas zonas remotas de esta isla. Con su visita, el obispo de Roma quiere reconocer el trabajo de cientos de misioneros en lugares aislados del Pacífico, donde se bautizan poblaciones enteras tras ver la generosidad con la que estos religiosos ayudan a las personas.
Dará un discurso en la mezquita más importante de Indonesia y celebrará misa en Timor Oriental, donde soldados ejecutaban a la población
Como Francisco visita Indonesia, hubiera creado un problema político si no iba también a su vecino Timor Oriental, el cual se independizó de Yakarta en 2002 tras 25 años de duro conflicto en el que falleció casi el 10% de su población, y un cuarto escapó del país. El Papa manifestará su aprecio por los esfuerzos para perdonarse, reconciliarse y construir el tejido social, en este país donde el 93% se declaran católicos.
En Singapur, ciudad-estado de 5 millones de habitantes y uno de los principales enclaves financieros mundiales, el Papa alertará del desafío que las nuevas tecnologías plantean a la humanidad, pero hablará mirando hacia China, porque sabe que lo que allí diga tendrá eco en Pekín.
No faltarán las cuestiones espinosas. Por ejemplo, la situación del obispo y premio nobel de la paz Carlos Filipe Ximenes Belo, a quien en 2020 el Vaticano prohibió regresar a su país y trabajar con menores, tras recibir denuncias por abusos. También Francisco, que firmará una declaración conjunta con el gran imán de Yakarta sobre la responsabilidad de los creyentes en el cuidado del medio ambiente, la tolerancia y cuestiones humanitarias, podría sugerir en privado a los líderes de Indonesia y Singapur la abolición de la pena de muerte.
Para ayudarle, en su séquito le acompañan dos cardenales de gran capacidad estratégica que le brindarán conocimiento detallado de la región. Se trata de Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, y Luis Antonio Tagle, responsable operativo del dicasterio para la Evangelización.
Francisco, que tiene 87 años, irá siempre en silla de ruedas, y se pondrá de pie sólo para caminar breves trayectos, para saludar a los jefes de Estado y de gobierno y para dar la bendición. Su portavoz, Matteo Bruni, explicó que en el séquito oficial va un médico y dos enfermeros para velar por la salud del Pontífice. «Es el mismo equipo de otras ocasiones, no hay medidas extra. Aunque también es cierto que no hay precauciones añadidas porque las habituales son siempre muy rigurosas», explicó Bruni.
En el entorno del Pontífice se respira gran tranquilidad, pero lo cierto es que será una dura prueba física para el obispo de Roma, dado el ritmo de trabajo, la intensidad emocional de los encuentros, la importancia de los temas abordados, y la humedad y temperaturas en torno a los 30 grados del clima tropical de estos lugares. Además, tendrá una diferencia horaria de hasta ocho horas. Por si acaso, Francisco ha cuidado sus fuerzas a lo largo del mes de agosto con una agenda un poco más serena de lo habitual, para poder afrontar el maratón que le espera en las próximas horas.
En avión recorrerá 32.814 km, (sólo 7.000 km menos que una vuelta al mundo) y utilizará seis compañías aéreas
En su agenda pública del viaje se detallan milimétricamente 33 citas públicas, incluidas ocho informales ceremonias de recibimiento y despedida en los aeropuertos. Visitará cinco ciudades, las cuatro capitales más la ciudad de Vánimo en la selva de Papúa, celebrará cuatro misas multitudinarias, y pronunciará 16 discursos. Mientras que en Timor Oriental, donde el idioma oficial es el portugués, hablará en español para hacerse entender por la población, en los demás hablará en italiano y ofrecerá traducción simultánea.
Será su viaje número 45, el más largo de los que ha realizado y el primero que le lleva hasta Oceanía. Cuando lo termine habrá estado en 65 países. Va a sumar 44 horas de vuelo, y recorrer 32.800 km, una distancia extraordinaria si se tiene en cuenta que la vuelta al mundo son 40.000. Si no hay cambios, durará 11 días, 1 hora y 10 minutos y será el décimo más largo de la historia moderna de los viajes papales.
Podría decirse que no le compensará deshacer las maletas, pues a finales de mes le espera otra visita, esta vez a Luxemburgo y Bélgica.