De la fábrica a la presidencia: el improbable destino del presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung

El joven Lee no parecía destinado a la grandeza, sino a la fábrica. Nacido en el seno de una familia humilde, abandonó el instituto a los doce años y ocultó su edad para encontrar empleo en una planta industrial. De aquella época conserva, a modo de recuerdo indeleble, una discapacidad en la muñeca izquierda a causa de varios accidentes laborales.

Su camino pronto viraría. Lee retomó los estudios y durante dos décadas trabajó como abogado especializado en derechos humanos antes de aventurarse en las instituciones. Fue alcalde de Seongnam (2008-2012) y después gobernador de la provincia de Gyeonggi (2012-2021), hasta que su reputación de hábil gestor y su conciencia social le catapultaron a la política nacional. Asumió el reto en las elecciones presidenciales de 2022, pero cayó derrotado ante Yoon Suk-yeol por apenas siete décimas porcentuales o 250.000, la diferencia más ajustada en la historia del país.

Así, el final amagó primero como derrota, después como atentado. En la mañana del 2 de enero de 2024 Lee acababa de concluir una rueda de prensa en el aeropuerto de Gadeokdo, Busan, cuando un supuesto simpatizante que se aproximó pidiendo una foto le clavó en el cuello un cuchillo. El tajo rozó la yugular, pero un sangrante Yoon acabó por salvar la vida tras ser evacuado y operado de urgencia.

La conmoción de aquella experiencia le acompaña desde entonces en forma de pantallas transparentes que blindan todo estrado a modo de invisible coraza. Allí estaban este lunes, cuando Lee cerró su campaña electoral con un mitin multitudinario en el parque Yeouido. Un hombre menudo de cejas pintadas y movimientos rígidos, en apariencia poco dotado para la épica misión de rescatar la democracia surcoreana y reconciliar a su sociedad.

«Es un hombre de buen corazón, muy inteligente, que conoce muy bien la historia de Corea y ha triunfado en muchas cosas, impulsando muchos cambios», le describía el conocido actor Lee Ki-young, amigo personal desde hace veinte años, quien aplaudía entusiasmado en primera fila junto a otras celebridades surcoreanas. «Él puede construir una nueva Corea».

Populista y criminal

No todos comparten su devoción. Lee genera rechazo entre amplios sectores de la sociedad, incluso dentro de su propio partido. Sus detractores le techan de populista y criminal, pues está inmerso en varios procesos legales por supuestos delitos como malversación de fondos, obstrucción a la Justicia, desacato y violaciones a la ley electoral. Aunque en un primer momento esquivó la inhabilitación por estos últimos, el Tribunal Supremo invalidó el veredicto de instancias inferiores en mayo.

Pero para entonces las elecciones extraordinarias ya eran inminentes. Yoon había tratado de imponer la ley marcial en un colosal error moral e incluso táctico, y Lee se había ensalzado como líder de la resistencia democrática. Es decir: quien le birló la presidencia también se la entregó. Las sentencias pendientes llegarán y el nuevo presidente, cumplido hoy su destino, quizá compruebe entonces que todo triunfo definitivo solo lo es de momento.