Mini López, Muface y el Nakatomi Plaza
El papel del policía John McClane en la película La jungla de cristal fue rechazado por varios actores hasta que Bruce Willis lo aceptó. Willis, que hasta entonces no era demasiado conocido, dio un salto hacia el estrellato al interpretar a un policía que enfrentaba a terroristas en el ficticio Nakatomi Plaza. Un policía que no debería haber estado allí, pero que acaba resolviendo la situación gracias a su valentía y su capacidad para asumir riesgos desde el primer momento. Algo muy distinto hace Ellis, un ejecutivo secuestrado en el edificio, quien se sobrevalora a sí mismo y cree que los terroristas caerán rendidos ante su labia.
Resolver la crisis de Muface, la mutua de los funcionarios, no era un problema tan grave como enfrentarse a terroristas, pero tampoco era fácil de solucionar. La falta de interés de las aseguradoras médicas en seguir prestando servicios bajo las condiciones impuestas por el Gobierno generó una situación compleja. El encargado de gestionarla era Óscar López, ministro de Transformación Digital y de la Función Pública, además de recién nombrado líder de los socialistas madrileños. Su ministerio no tenía funciones críticas evidentes, y algunos pensaron que se había creado solo para facilitar una transición ordenada a José Luis Escrivá, ahora presidente del Banco de España, sin que este pasara por el paro.
Parece que el ministro López consideró en algún momento, tal como exigía el sector comunista de su Gobierno, cancelar Muface y derivar a todos los funcionarios a la sanidad pública. Seguro que sonrió al imaginar el colapso de los servicios de salud autonómicos, mayoritariamente en manos del Partido Popular. Sin embargo, la presión de los funcionarios le hizo recapacitar: electoralmente, esa decisión podía no salir como preveía.
Al igual que Ellis interpretó la llegada de los terroristas como una oportunidad para escalar dentro de su empresa, López vio la crisis de Muface como una ocasión para demostrar su inteligencia y sus dotes negociadoras, probablemente por encima de las de los representantes de las aseguradoras médicas, según su propio criterio. Estas últimas solicitaron un aumento considerable de las primas y contratos más cortos para evitar compromisos a largo plazo. Pero el ministro, en plan «Super López», creyó que iban de farol y desestimó ambas demandas, en especial la de reducir la duración del contrato, fijándola en tres años para garantizar tranquilidad hasta las próximas elecciones.
¿Qué podía salir mal? Todo. El concurso quedó desierto y, como ya lo había iniciado tarde, los plazos comenzaron a apremiar. Con algo más de humildad, el ministro volvió a preguntar a las aseguradoras en qué condiciones valorarían participar en el servicio. Estas le entregaron informes detallados de costes y beneficios, que probablemente nadie en el ministerio leyó, ya que presentaron otra propuesta igualmente alejada de las pretensiones del sector. Las aseguradoras, entonces, empezaron a despedirse de los usuarios de Muface.
Según las últimas noticias, López asegura que está próximo un acuerdo, aunque visto lo sucedido hasta ahora, cualquier desenlace es posible. Lo que parece evidente es que, en su reciente presentación como alternativa a Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid, el ministro se dedicó a criticar la gestión de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid. Y yo me pregunto: si un ministro que no ha sido capaz de gestionar en tiempo y forma los problemas de una mutua de funcionarios, ¿cómo podría administrar un sistema tan complejo como el de salud de una autonomía?
Pero López, como su presidente Pedro Sánchez, sigue al pie de la letra la famosa frase: «¿A quién vas a hacer caso, a mí o a tus propios ojos?». En la película, Ellis acaba tiroteado por los terroristas del Nakatomi Plaza mientras se ríen de él. Óscar López tendrá mejor suerte: es probable que finalmente solucione el problema de la asistencia médica a los funcionarios, pero seguramente a un coste superior al deseable debido a los plazos. Oscar López quiso set John McClane y se ha quedad en Ellis. Su gestión ha sido terrible, y su imagen de «Super López» se ha devaluado tanto que ahora muchos ya le llaman «Mini López».
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