

A la quinta fue la vencida para el veterano ex ministro de Defensa Shigeru Ishiba, quien a sus 67 años ha ganado la carrera por el liderazgo del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) y se convertirá en el nuevo primer ministro de Japón.
El PLD celebraba este viernes unas elecciones para reemplazar al líder Fumio Kishida, quien anunció su renuncia por sorpresa el pasado agosto. Tras una primera vuelta en la que ninguno de los nueve candidatos que se presentaban logró la mayoría absoluta, los dos más votados, Ishiba, que era la quinta vez que participaba en esta contienda, y la utraderechista Sanae Takaichi, la favorita para ser la primera mujer en gobernar Japón, se batieron en una segunda ronda después de una votación que involucraba a diputados y militantes a nivel regional.
La votación final, donde se emitieron 415 votos, 368 de los miembros del PLD en la legislatura y uno por representante del partido en cada una de las 47 prefecturas, se decantó finalmente por Ishiba, que venció a Takaichi por 21 votos.
Ishiba se pondrá al frente de la cuarta economía mundial el próximo 1 de octubre, cuando sea elegido formalmente primer ministro por el Parlamento, donde el PLD, que ha gobernado casi ininterrumpidamente durante décadas, tiene una amplia mayoría. En el sistema político del país asiático, el presidente del partido que gobierna se pone al frente del Ejecutivo.
El nuevo líder de Japón, que también fue ministro de Agricultura y que lleva ocupando un asiento en el Parlamento desde 1986, tendrá la misión de estabilizar una economía sacudida por la subida de los precios y calmar las tormentas políticas que han llevado al Gobierno de Kishida a desplomarse en sus índices de popularidad.
El primer ministro saliente deja como legado un rearme histórico, una fortalecida posición de Japón en la comunidad internacional, una sólida alianza con Estados Unidos y la reparación de las relaciones diplomáticas con la vecina Corea del Sur.
Ishiba ha apoyado el aumento del gasto militar y quiere fortalecer aún más la alianza de seguridad con Washington, pero también ha manifestado que Japón debería de reducir su excesiva dependencia de EEUU para su defensa. Su propuesta es formar lo que ha llamado una "OTAN asiática" para responder rápido y con fuerza a cualquier eventual conflicto con Corea del Norte o China. "Haré todo lo posible para proteger a Japón", dijo Shigeru cuando presentó su candidatura.
Ishiba cogerá la semana que viene el testigo de un Kishida desgastado principalmente por el escándalo de recaudación de fondos que involucra a la facción más poderosa del partido, la que tradicionalmente ha estado liderada por el difunto Shinzo Abe, el líder que más tiempo estuvo en el cargo y quien dio forma a la política exterior y de defensa japonesa durante la última década.
Muchos altos cargos pertenecientes a esta facción, de la que se ha apoyado Kishida para gobernar, han dimitido este año después de que saliera a la luz que utilizaron fondos públicos para gastos personales. Se espera que el nuevo primer ministro convoque pronto elecciones anticipadas.
Para trazar el perfil del líder hay que viajar hasta Tottori, la prefectura menos poblada de Japón. Hijo de un ex ministro del gabinete, Ishiba trabajó en la banca antes de entrar en política después de la muerte de su padre. Durante su carrera se ha mantenido como uno de los principales críticos hacia la cúpula del PLD, especialmente contra el ex primer ministro Abe. Cuando saltó el escándalo de financiación pública, Ishiba fue de los primeros en pedir la dimisión de Kishida.
De corte populista y autopresentado como un outsider de la política, el próximo primer ministro japonés ha prometido hacer limpieza dentro del partido gobernante y modernizar la política japonesa. Unas intenciones que no convencen a una parte del electorado, sobre todo a los más jóvenes, que están cansados de que su país acabe siempre gobernado por hombres mayores de 60 años que provienen de familias políticas que llevan muchas décadas mandando.