Los economistas temen por la reducción de jornada y su impacto sobre la productividad

A pesar de que el crecimiento de España se refleja en casi todos los indicadores macroeconómicos, el CGE considera que frente a la inestabilidad política, y por extensión económica, que sacude al mundo en la actualidad, España debe «acometer reformas estructurales», fundamentalmente relacionadas con la productividad, para evitar el estancamiento del crecimiento presente.

Con este aspecto se encuentra profundamente relacionada la reducción de jornada laboral. El pasado miércoles, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, anunció que el debate parlamentario de esta propuesta se aplazaría hasta después del verano, con el fin de acometerlo «en circunstancias de mayor serenidad», en referencia a la turbiedad del clima político nacional en la actualidad.

Preocupación por la reducción de jornada

Respecto a la reducción de jornada, los economistas coinciden en que el fin último de la medida es positivo. Sin embargo, apuntan en que existe un escollo importante que sortear: los problemas de productividad que, sobre todo para las pymes, podría generar la medida. Según el CGE, los economistas que trabajan con pequeñas y medianas empresas en su día a día muestran una gran preocupación acerca del impacto de esta medida en el flujo productivo de las empresas, aunque en principio indican que no tendría incidencia sobre el desempleo.

Más de seis de cada diez economistas (61,7 %; 35% «muy negativamente» y 26,7 % «negativamente») prevén que una reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales disminuirá su rendimiento; alrededor de dos de cada diez (19,3 %) consideran que no se producirán cambios y prácticamente otros dos de cada diez (19,0 %; 9,7 % «positivamente» y 9,3 % «muy positivamente») anticipan mejoras, lo que dibuja un panorama dominado por expectativas adversas con un núcleo de neutralidad y una minoría optimista.

Reacciones mixtas acerca del curso de la economía

Con respecto a la situación económica nacional, más de la mitad (54,3 %) considera que ha empeorado con respecto al semestre anterior, lo que supone un aumento de 7,7 puntos respecto al 46,6 % del Barómetro correspondiente al segundo semestre de 2024. Cerca de tres de cada diez (29,8 %) indican que «sigue igual», bajando 4,1 puntos, y algo menos de dos de cada diez (15,9 %) perciben mejora, lo que representa una disminución de 3,6 puntos frente al 19,5 % previo.

Por otra parte, las expectativas para España en los próximos meses siguen marcadas por la desaceleración. Cerca de seis de cada diez (56,4 %) prevén un empeoramiento, aumentando 5,2 puntos frente al 51,2 % anterior. Alrededor de tres de cada diez (30,7 %) estiman que «seguirá igual», y apenas uno de cada diez (12,9 %) espera una mejora, disminuyendo 3,8 puntos en comparación con la edición anterior.

Seis de cada diez economistas, en otro orden, coinciden en que el factor que supone un límite mayor a la competitividad en España es la presión fiscal, aunque la preocupación por esta situación es inferior a la del pasado barómetro. Destacan también los costes salariales como limitante, así como el paro, aunque solo para tres de cada diez economistas tiene incidencia.

Alarma ante los aranceles y la financiación catalana

En relación con la política arancelaria anunciada por Estados Unidos, una amplia mayoría, casi tres de cada cuatro economistas (72,4 %, sumando «negativamente» y «algo negativamente») consideran que tendrá un efecto adverso sobre las exportaciones españolas. El presidente del CGE ha indicado que, en consideración de los economistas, muchas empresas planifican ya su futuro contando con la incertidumbre como un factor estructural, no coyuntural. Por tanto, parece que el clima internacional presente ha llegado para quedarse.

Además, los economistas han querido ofrecer su visión acerca del proyecto para la financiación autonómica singular de Cataluña. En palabras del presidente del CGE, «cuando comienzan a singularizarse las financiaciones, se pierde la realidad de conjunto». A pesar de que insisten en aguardar hasta que se materialice el proyecto, los economistas alegan «preocupación y precaución« ante la medida.