Dominique Pélicot no acude a declarar al juicio por la violación a su mujer al sentirse indispuesto

El exmarido de Gisèle Pélicot, jubilado de 71 años, iba a comparecer este lunes y hasta el 20 de diciembre en Aviñón por las violaciones agravadas a su exmujer entre 2011 y 2020, unos hechos por los que podría ser condenado con hasta 20 años de cárcel.

La Policía utilizó numerosos registros dejados de los intercambios telefónicos y las conversaciones entre el marido y los agresores de su esposa para poder identificar a los agresores. Gisèle Pélicot relató este jueves ante el tribunal cómo se enteró por boca de la Policía de la sumisión química a la que era sometida, que daba pie a «escenas de barbarie» en los que ella era «una muñeca de trapo, una bolsa de basura» a merced de medio centenar de hombres.

Un tribunal de Aviñón examina los hechos que supuestamente tuvieron lugar en la vivienda familiar de la localidad de Mazan, por donde habrían desfilado hombres invitados por Dominique Pelicot para que pudiesen violar a su propia mujer. Un total de 51 hombres se sientan en el banquillo, de los cuales 35 han reconocido haber mantenido relaciones pero con el matiz de que no entendían que fuese un abuso no consentido -sólo tres han pedido disculpas-.

La Fiscalía ha dado cuenta de al menos 92 violaciones durante diez años, aunque para la víctima durante años toda sospecha se limitó a lagunas temporales en su memoria. «Hasta nuestros amigos nos decían que éramos la pareja ideal», ha asegurado esta mujer, en una larga y sosegada exposición en la que ha situado como primera fecha relevante el 12 de septiembre de 2020.

Vídeos de los abusos

Gisèle no había visto los vídeos de los abusos hasta este mes de mayo, cuando comenzaba a preparar el juicio, y ha podido ver por primera vez «escenas de violación insoportables», ante las que ella simplemente está «anestesiada». «Fui sacrificada en el altar del vicio», ha lamentado.

Está «como muerta», según sus propias palabras, con las que ha querido señalar a quienes desfilaron sobre ella durante años. No se plantearon en ningún momento su posible sufrimiento: «Me ven como una muñeca de trapo, como una bolsa de basura».

Gisèle ha afirmado que no testifica por sus propios intereses, sino para ayudar a otras mujeres que puedan ser víctimas de sumisión química. «El día en que una mujer se levante y no recuerde lo que hizo el día anterior se dirá a sí misma: he oído el testimonio de la señora Pélicot», ha señalado.