El sospechoso de la muerte de Madeleine McCann se sienta en el banquillo por delitos de violación
El alemán Christian Brüeckner, sospecho de la desaparición y muerte de Maddie McCann, vuelve a sentarse en el banquillo de los acusados. Actualmente en prisión por un delito de drogas, Brüeckner responde ante la Audiencia Provincial de Braunschweig por tres nuevos cargos por violación y dos por abusos sexuales.
Nada de lo que ocurre en la sala tiene que ver con el caso de Maddie, que este pasado mayo hubiera cumplido 21 años. La actitud en la sala del acusado contribuye a crear el perfil de un hombre calificado por sus propios allegados como un "criminal de raza".
Las declaraciones en la sala no son para pusilánimes, pero Brüeckner, siempre a cara descubierta, ni siente ni padece. "Nunca había sentido tanto miedo", confesó entre lágrimas una irlandesa de 40 años, presuntamente violada por Brüeckner hace dos décadas. El agresor entró en su habitación por el balcón y la despertó. Sabía su nombre y le dijo: "No grites o te mato". La ató y la violó varias veces, mientras filmaba parte de la agresión con una cámara de vídeo que llevaba consigo. Luego la soltó y desapareció. La víctima pidió ayuda, pero las autoridades portuguesas no pudieron hacer nada. "Aquella noche se apagó un fuego en mi interior", afirmó la testigo irlandesa, que reconoció a Brüeckner por sus ojos y por una "mancha oscura" en la pierna visible a través de los pantalones.
Esta es la única testigo contra el alemán, que podría ver alargada su condena en prisión, y todo sin saber si se producirá o no un vuelco el caso MacCann. Las otras dos víctimas de violación no han sido localizadas ni se han presentado motu proprio. Los delitos sólo existen en filmaciones de video visionadas por un testigo y el problema es que esas cintas han desaparecido.
Una de las víctimas de las violaciones descritas por el testigo que visionó las filmaciones y cuya credibilidad intenta cuestionar la defensa de Brüeckner era una mujer de entre 70 y 80 años. Yacía atada en la cama y gritaba al enmascarado. La había azotado. Poco antes del final de la película, el agresor se sentó en la cama y se quitó la máscara. "Se le podía reconocer, estaba mirando a la cámara", dijo el testigo, refiriéndose al acusado. Luego vio a Brüeckner presionar una almohada sobre la cabeza de la víctima. Y la película se interrumpió.
En el segundo video, se ve a una niña de 14 años atada a un poste de madera. La chica, según el testigo, debía conocer al agresor porque dice: "Christian ¿sabes lo que es esto? Esto es una violación". Hay, presuntamente, golpes y azotes, hasta que ella accede a practicarle sexo oral.
Abusos a al menos dos menores
Los hechos ocurrieron en Portugal entre finales de 2000 y la primavera de 2006, una horquilla de tiempo en la que Brüeckner, presuntamente, cometió abusos sexuales contra al menos dos menores, también filmados, y se produjo la desaparición de la niña británica que conmocionó al mundo, pues su destino se truncó con solo tres años.
El paradero de los vídeos incriminatorios es completamente incierto. Cuando el acusado fue enviado a prisión por robo de gasóleo en 2006, otro de los delitos en el largo historial de Brüeckner, el testigo afirma que él se llevó el coche, gasóleo y cámaras de vídeo con películas, que no supo lo que contenían hasta que las visionó. Ya no pudo decir dónde habían ido a parar los vídeos, pero asegura haber mostrado extractos de esos vídeos a un conocido. Este testigo, de 68 años, confirmó ante el tribunal la declaración del amigo y dijo reconocer al acusado como el hombre que aparecía en los videos.
En el juicio contra Brüeckner se han descrito detalles de la vida anterior del acusado y de su trato con las mujeres. En uno de los interrogatorios, una ex novia afirmo que, tras al ruptura, le amenazó de muerte. El testimonio de esta mujer, que ahora tiene 50 años, fue leído ya que un informe pericial certificó que actualmente no está en condiciones de declarar.
Madeleine McCann desapareció de su cama, en un hotel en Praia da Luz, en el sur de Portugal, el 3 de mayo de 2007. Su búsqueda ha sido incesante, millonarias las recompensas ofrecidas por pistas que llevaran a su paradero y notorios los llamamientos de personalidades a favor de la niña, desde el Papa, hasta el futbolista David Beckham, pasando por la escritora Joanne K. Rowling. Todo inútil.
La Fiscalía de Braunschweig y la Oficina Federal de Policía Criminal llevan mucho tiempo investigando a Brüeckner -con pesquisas secretas- por sospecha de secuestro y asesinato. Su nombre apareció por sorpresa a principios de junio de 2020 en un programa de televisión. El revuelo fue tremendo. Los movimientos de Brüeckner en los últimos 15 años, su trayectoria delictiva y el testimonio de personas cercanas a él parecían encajar como las piezas de un puzle.
Brüeckner es un conocido de la Justicia. En 1992, cuando contaba con 16 años, ya fue acusado de robo agravado, para el que el Código Penal alemán prevé penas de cárcel de entre tres meses y 10 años. Al ser mejor de edad quedó en libertad condicional. En 1994, volvió a sentarse en el banquillo de los acusado por abusar de una niña de seis años en un parque e intentarlo con un niño de nueve. El juez le sentenció a dos años de privación de libertad. Cumplió la mitad pero no hizo borrón y cuenta nueva. Su ficha es un reguero de lesiones corporales, conducción en estado de embriaguez o sin carnet, acoso sexual, abuso de menores, drogas, distribución de pornografía infantil y violaciones...