Montero y Alegría, las próximas 'víctimas' políticas de Salazar

El núcleo de confianza del presidente se ha convertido en su talón de Aquiles y cuestiona la versión de que el todopoderoso jefe del Ejecutivo permanecía ajeno a las correrías de quienes acogió bajo su manto protector. Por la Secretaría de Organización pasaron José Luis Ábalos, Santos Cerdán y, si la publicación de las denuncias de acoso en 'eldiario.es' no lo hubiera impedido, también Salazar. Su nombramiento se vio cegado por la polémica, pero su influencia en el partido y el Gobierno sigue plenamente vigente.

De ahí que, desde varios sectores del partido, clamen contra la sensación de impunidad que se está trasladando y pidan soltar lastre. Consideran que la dejación, si no la abierta obstrucción a que prosperasen las denuncias, así como la falta de contundencia una vez se hicieron públicas, con la negativa a dar traslado a la Fiscalía, sigue proyectando una actitud de complicidad con Salazar. Especialmente vehemente se muestra la corriente feminista, pero el movimiento trasciende a las mujeres y se extiende también por algunos territorios que se enfrentarán próximamente a las urnas y que aprecian el impacto demoledor que tienen entre el electorado.

La preocupación cunde específicamente en Andalucía, que próximamente se medirá en las urnas. María Jesús Montero sale tocada de los escándalos. No solo por su relación directa con Salazar, sino porque en la federación andaluza, a la que éste pertenecía, también se concentra el caso del líder del PSOE de Torremolinos. El PSOE ya ha suspendido a Antonio Navarro de militancia, tras incoar un expediente disciplinario, después de que Fiscalía abriera diligencias preprocesales por un presunto acoso sexual a una militante socialista. En ambos casos, Ferraz se convirtió en un muro para que prosperasen las denuncias internas y varios son los cargos que apuntan directamente a Montero en la responsabilidad compartida de que se haya mantenido la protección. Ella lo niega.

Montero se encuentra ya en una posición de profunda debilidad, sin opciones de victoria en las elecciones, pese a que Sánchez le confió la candidatura buscando un revulsivo en un bastión otrora pulmón electoral del PSOE. En el partido llevan ya reclamando, sin ningún éxito, que la vicepresidenta primera y también ministra de Hacienda se centre en sus atribuciones como líder del partido en Andalucía y «pise el terreno». La crisis de los cribados por el cáncer de mama ha puesto de manifiesto esta ausencia y, ahora, el caso de Salazar y la inacción de la dirección federal -de la que también es vicesecretaria general- con las denuncias por acoso sexual suponen la puntilla.

Azcón deshoja la margarita

Todavía sin una fecha oficial, Jorge Azcón sigue deshojando la margarita y anuncia movimientos en los próximos días. Con encuestas en la mano que le son muy favorables y que, en el mejor de los casos, le permitirían no depender de Vox para un futuro Gobierno, el 'caso Salazar' supone un incentivo más para animar al presidente de Aragón a llamar anticipadamente a las urnas. A una candidata que todavía sigue en Madrid se suma también la evidente vinculación personal de Alegría con el asesor socialista.

La foto que les retrataba comiendo después de que abandonara sus cargos en el partido y en el Gobierno por la publicación de las actitudes de acoso a compañeras, fue la mecha que encendió a las víctimas y las animó a elevar a los medios el contenido de las mismas y la inacción de su partido. Alegría no ha ocultado que le une una estrecha relación con Salazar. A la entrada del Comité Federal en el que estaba llamado a asumir la Secretaría de Organización y, cuando ya se habían hecho públicas sus conductas machistas, la líder del PSOE de Aragón le calificó como «un compañero absolutamente íntegro».

Alegría, que defendió la «integridad» de Salazar, considera ahora «vomitivas» sus actitudes

Posteriormente, apenas unas horas después, tuvo que salir a enmendar este posicionamiento. Tras hacerse pública su reciente comida, la también portavoz del Gobierno lo calificó como «un encuentro que se circunscribe exclusivamente en el ámbito personal, con una persona a la que yo conozco desde hace muchos años y a la que no vería desde hace casi medio año», dijo desde la mesa del Consejo de Ministros.

El pasado martes, y tras conocerse el contenido de las denuncias de las víctimas, calificó como «vomitiva» la actitud de Salazar y recordó cómo se le «cesó de manera fulminante» en Moncloa. Desde el Gobierno aseguran que «nunca se ha recibido, por ninguno de sus canales, ninguna denuncia» de este tipo contra el que fuera asesor de Sánchez. Contra Alegría pesa el mismo reproche de ausencia en el territorio y ahora, su proximidad evidente a Salazar le coloca en una posición muy comprometida para pedir el voto de las mujeres en Aragón.

Y este es uno de los problemas que aprecian internamente en el PSOE. El boquete que se produce en la credibilidad de un partido que ha sido tradicionalmente el garante de los derechos y libertades de las mujeres, pero que en la última etapa está cometiendo «demasiados errores». Costó reponerse de las pugnas con Podemos cuando ostentaron el Ministerio de Igualdad y, una vez recuperado, el PSOE tampoco ha estado exento de las mismas. El presidente trató ayer de salir al paso, asumiendo «en primera persona» la responsabilidad por la gestión de la crisis.

Especialmente dañinos fueron los comentarios misóginos de Ábalos y Koldo García, el consumo de prostitución y la polémica por los fallos en las pulseras antimaltrato. «No levantamos cabeza», se queja una dirigente, que recuerda el peso decisivo que las mujeres tuvieron en julio de 2023 para que el PSOE consiguiera aguantar el tipo y mantuviera La Moncloa. Entonces, la movilización de ese voto femenino, temeroso de los retrocesos que pudiera traer aparejados Vox, fue clave.