La matanza en el Crocus City Hall de Moscú, el peor atentado en Rusia en dos décadas

El atentado del Crocus City Hall, a las afueras de Moscú, es el peor que ha vivido Rusia en dos décadas. Las terribles imágenes del recinto, en el que miles de personas aguardaban para asistir a un concierto, recuerdan las del ataque contra el teatro Dubrovka, de la capital rusa, en 2002, cuando un grupo de militantes chechenos protagonizó una gigantesca crisis de rehenes. La operación de las fuerzas de seguridad rusas para liberar el recinto causó 130 muertos. En la sala había miles de personas para ver la obra musical Nord-Ost. Aquel suceso, que duró varios días, suscitó —y lo sigue haciendo— muchas preguntas sobre la actuación de las autoridades. También acusaciones veladas de que el servicio de espionaje ruso ocultó información sobre la tragedia.

Preguntas sin respuesta surgen tras el suceso de este viernes, perpetrado por un grupo de atacantes. Varias embajadas occidentales, como la de Estados Unidos, habían advertido del riesgo “inminente” de ataques de “extremistas” en Rusia. Washington mencionó especialmente una mayor amenaza los viernes y sábados y los eventos como los conciertos.

Rusia tiene un largo historial de ataques terroristas, que hicieron tambalearse al país tras el derrumbe de la Unión Soviética y durante los primeros años de mandato de Vladímir Putin, que llegó al poder en 2000. La mayoría, enmarcados en las sangrientas guerras separatistas de Chechenia que el líder ruso fulminó con mano de hierro.

En 2004, dos años después de la tragedia del teatro de la calle de Dubrovka, un grupo de terroristas chechenos tomó 1.200 rehenes en una escuela en la ciudad de Beslán. El comando entró en plena ceremonia de inicio del curso escolar, por lo que también se encontraban allí padres y otros familiares de los alumnos. Murieron 334 personas, entre ellas, 186 niños. El atentado más reciente se produjo en 2017, en el metro de San Petersburgo, donde murieron 15 personas. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó a Rusia por “fallos graves” en la crisis de rehenes.

Tras la llegada de Putin al Kremlin con la promesa de estabilidad, el aparato de seguridad ruso fulminó a las milicias de Chechenia y de Daguestán y los grandes ataques disminuyeron en Rusia. Pese a esta supuesta tranquilidad, en las dos repúblicas se han producido diversos atentados, también sucesos que las autoridades han tildado de ataques terroristas para reprimir a la disidencia y la oposición. En 2023, dos coches bomba mataron a cuatro personas e hirieron a 52 en Majachkalá, la capital de Daguestán. Ese mismo año, la policía rusa mató a siete personas declaradas como terroristas chechenos en las afueras de Grozni. En 2017, el autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) reivindicó un ataque contra la Guardia Nacional Rusa en Grozni, con seis soldados y seis atacantes muertos.

En Rusia, muchos lugares públicos tienen detectores de metales, las fuerzas de seguridad llevan a cabo controles de personas y equipaje antes de entrar en recintos como aeropuertos o estaciones de tren. Además, la posesión de armas de fuego está muy restringida y los tiroteos son muy poco frecuentes, aunque se han producido sucesos muy graves, como en 2022, en la localidad de Izhevsk, cuando un hombre mató a tiros a 18 personas e hirió a otras 23.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_