'Je suis Charlie Kirk'
Asistimos a la culpabilización de la víctima porque era un nazi, dicen, porque había sido demasiado polémico, porque dicen que puso en evidencia con sus discursos algunos valores que le costaron el valor máximo que es el derecho a la vida. El jefe de las juventudes trumpistas había radicalizado, al parecer, la escena hasta el punto de recibir un tiro como el reflejo del odio sembrado. A poco que investigue uno, sabe que lo que se atribuye a Kirk en realidad no lo dijo. Como por ejemplo, que defendiera el derecho a matar. Sostenía la segunda enmienda pese a que sabía que habría muertes en deleznables tiroteos. Apelaba al discutible derecho a llevar un arma para protegerse, no para asesinar, pero ya qué más da: el argumento lo repiten aquí y allá y resulta un infalible detector de justificadores de la violencia política. Si alguien alude a lo que Kirk pensaba es que da por bueno de alguna manera que lo mataran por sus ideas. Ahora que lo pienso, a mí, por estar en contra del aborto me llaman nazi. Por distinguir entre una mujer y un varón biológico autodeterminado mujer, nazi. Por entender que el estado del bienestar no puede sostener el mantenimiento de todas las personas que se quieran instalar en nuestro país, nazi. Por ir a misa, nazi. Por tener tres hijos -¡rubios!-, nazi también. Por todas esas cosas soy nazi, facha, fascista, como Kirk, y 'Je suis Charlie Kirk' también en una analogía por la que, supongo, algunos creerán que también merezco una muerte como la suya. O, si no me la merezco, al menos comprenderían el tiro, lo contextualizarián, y al cañón le pondrían un silenciador de matices.