El deterioro de Aarhus: de ciudad del futuro en Dinamarca a gueto en demolición

Una ciudad del futuro. De un futuro mejor. Donde los trabajadores y sus familias vivirían en amplios apartamentos de alquiler con balcones y grandes ventanas, electrodomésticos y calefacción central, ascensores, modernas cocinas y hasta dos cuartos de baño. Donde todas las necesidades de una existencia plena del siglo XX, desde la infancia hasta la vejez, estarían cubiertas: colegio, piscina, centro comercial, instalaciones deportivas, teatro, biblioteca...

Un paraíso de bloques de cemento rodeados de zonas verdes. El urbanismo como expresión física del estado de bienestar nórdico. Esa fue la visión, pura ingeniería social, con que el arquitecto modernista Knud Blach Petersen concibió Gellerupparken, un barrio nuevo en el distrito de Brabrand, en Aarhus, segunda ciudad de Dinamarca, construido entre 1968 y 1970.

"Gellerup fue un proyecto pensado y planificado a conciencia. Se deseaba construir los mejores apartamentos posibles para la gente común. Crear una sociedad mejor. Fue una época de enorme prosperidad, muy optimista", explican Lars Nikolajsen y Vibeke Harsberg, historiadores del Archivo Histórico Local de Brabrand-Årslev. "Eran pisos hipermodernos para aquel tiempo. Muy bien equipados con materiales de calidad, luminosos y con buenas vistas. La mayoría de quienes se mudaron allí al principio eran trabajadores o funcionarios".

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Det er godt at bo godt (Es bueno vivir bien) era el eslogan con que se anunciaban sus espaciosos apartamentos, todos de alquiler. El mismo año en que acabó su construcción fue incluso designada "ciudad más hermosa de Dinamarca" por el diario BT: "Una ciudad no es sólo bonita por sus calles idílicas, sus adoquines, sus casas antiguas y sus malvarrosas. Una ciudad puede ser mucho más hermosa porque está diseñada para ser cálida y humana".

Medio siglo después, la "cálida y humana" Gellerup es, literalmente, un gueto, aunque desde 2021 la denominación oficial se haya suavizado a "zona de transformación". La utopía se convirtió en distopia. Ningún lugar como este simboliza los problemas de la sociedad danesa con la inmigración, tema recurrente en todas las elecciones celebradas aquí en las últimas décadas, ya fuesen legislativas, municipales o europeas como las de este domingo: las desmesuradas tasas de desempleo y criminalidad, las ingentes inversiones en programas de integración, las sociedades paralelas, el extremismo islamista... En Gellerup, de hecho, en la mezquita salafista de Grimhøjsvej, se prendió la llama de la masiva protesta del mundo árabe contra las viñetas de Mahoma publicadas por el diario Jyllands-Posten en 2005.

Dinamarca, con un Gobierno transversal tripartito que lidera la primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, con liberales y moderados como socios de coalición, lleva más de dos décadas siendo pionera en Europa en drásticas políticas de extranjería que, en líneas generales, reciben el beneplácito de casi todo el espectro parlamentario, desde los partidos decididamente antiinmigración hasta gran parte de la izquierda.

En Gellerup, estas políticas han alcanzado su máxima expresión con un radical plan de reconversión y realojamientos forzados, adoptado en 2019, que implica la demolición de bloques enteros de edificios (unos 600 pisos de un total aproximado de 2.400) para sustituirlos por construcciones más acordes al siglo XXI (903 pisos, exactamente) y nuevas infraestructuras que apelen a otro tipo de residentes, léase, daneses étnicos. El objetivo declarado, racista según sus detractores, es reducir la proporción de habitantes no occidentales a un máximo del 50%.

Actualmente sigue por encima del 70%, aunque los cambios son ya evidentes. Entre los solares donde antes campaban algunos de los mastodontes de cemento del arquitecto Blach Petersen se levantan ya viviendas recién terminadas a escala mucho menor. Quienes se han mudado a ellas son sobre todo jóvenes daneses atraídos por la posibilidad de vivir en apartamentos totalmente nuevos a precios razonables.

La degradación de Gellerup comenzó casi de inmediato, con la crisis del petróleo a principios de la década de los 70 y la priorización política de la vivienda asequible en propiedad. Cuando, debido a las deducciones fiscales, resultó más rentable comprar una casa con jardín en los suburbios, las familias se marcharon del barrio. La clase media desapareció y los pisos vacíos fueron asignados por el Ayuntamiento a madres solteras y parados. A partir de los años 80 y 90, con el enorme aumento de la inmigración, la gran mayoría de inquilinos pasó a ser extranjera, sobre todo procedente de países musulmanes.

Nuevas construcciones en los solares disponibles tras la demolición de las viviendas.
Nuevas construcciones en los solares disponibles tras la demolición de las viviendas.Pedro Poza Maupain

En 2010, el Gobierno danés estableció una lista de zonas vulnerables, es decir, barrios que se caracterizan por condiciones como índices de empleo e ingresos bajos, tasas de delincuencia elevadas y altas concentraciones de grupos étnicos no occidentales.

La lista se actualiza cada año. Hasta 2020, distinguía entre tres categorías "zonas residenciales vulnerables", "guetos" y "guetos duros". Gellerup formaba parte de este último grupo. En 2021 se modificaron las categorías para eliminar la controvertida denominación de "gueto", considerada peyorativa, y se introdujo una más: "zonas de prevención", "zonas residenciales vulnerables", "sociedades paralelas" (anteriormente "guetos") y "zonas de transformación" (anteriormente "guetos duros"). Gellerup permanece en el último grupo en compañía de otros siete barrios de distintas ciudades del país. Junto a Vollsmose, en Odense, son con diferencia los que tienen mayor población.

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La evolución en los últimos años, sin embargo, ha sido positiva. La ghettolisten, la lista de los guetos, como todavía se la conoce popularmente, se rige por una serie de criterios que en Gellerup avanza en la buena dirección. Por ejemplo, el paro entre sus habitantes se ha reducido de un 57,7% en 2007 a un 39,7% en 2023. La proporción de inmigrantes y descendientes de países no occidentales ha descendido de un 86% en 2008 a un 73,3% en 2023. El porcentaje de condenados por delitos contra el Código Penal, la Ley de Armas o la Ley de Estupefacientes ha disminuido de un 4,6% en 2010 a un 2,21% en 2022.

La inseguridad, no obstante, sigue siendo un grave problema. Según datos publicados por la Policía de Aarhus el pasado marzo, unas 60 familias del gueto, compuestas por entre 1.000 y 1.500 personas (aunque no todas residentes en Gellerup), se dedican a la delincuencia como medio de vida. Según el Ayuntamiento de Aarhus, sus intentos de frenar las actividades de una sola de estas familias le ha supuesto gastos de más de 60 millones de coronas (unos 8 millones de euros).

Aunque el sueldo medio en Gellerup es apenas un 53% de la media nacional danesa y un 75,4% de sus habitantes sólo tiene la educación escolar básica, Claus Bech-Danielsen, catedrático en el Instituto de Construcción, Ciudad y Medio Ambiente de la Universidad de Aalborg, se muestra optimista: "No me sorprendería que, en un par de años, desaparezca de la lista. Para 2030, el Gellerup que hemos conocido habrá dejado de existir. En general, los datos muestran que la medicina está funcionando. Se está consiguiendo transformar estas zonas tanto física como socialmente, aunque es cierto que aquellos residentes que deben mudarse forzosamente, como también ha ocurrido en Mjølnerparken, pagan un precio muy alto".

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El caso de Mjølnerparken, que se encuentra en el famoso barrio de Nørrebro, en Copenhague, es parecido, aunque a una escala mucho menor. Bastante más pequeño, y con un 86,7% de residentes no occidentales, apenas alcanza el millar de habitantes por los casi 5.000 que tiene Gellerup, aparte de que el alcance de la reconversión es considerablemente menos ambicioso.

"Reconocemos que puede ser un gran problema para algunos residentes tener que mudarse debido a las demoliciones, por eso nos esforzamos en ayudar a todos a encontrar buenos sitios donde vivir, ya sea en Gellerup o en otras partes de Aarhus", afirma Kristian Würtz, director de Brabrand Boligforening, la sociedad inmobiliaria propietaria de los edificios.

De momento, el Tribunal Superior de Justicia del Oeste de Dinamarca ha dictaminado que varios litigios relativos a la rescisión de contratos de arrendamiento deben esperar a que el Tribunal de Justicia de la UE se pronuncie sobre ellos. Esto podría suponer años de retrasos en la construcción de 470 viviendas y, sobre todo, de un nuevo colegio, uno de los elementos centrales del plan de reconversión.