El camino libertario de Javier Milei y el dilema de dirigir un Estado que se quiere erradicar>

Sus formas siempre han sido poco convencionales, porque nunca habló —ni lo hace ahora— como un político tradicional. Y quizás por eso su mensaje ha calado tan bien en una sociedad tan hastiada de la política. Además, logró despertar el entusiasmo de un sector clave y al que todo este tema genera rechazo: la juventud.

Durante su campaña, Milei no se limitó, como es usual en la política, a enumerar los problemas actuales, oponerse y prometer un futuro mejor; se ocupó de la parte aburrida explicando las raíces de los problemas y citando a pensadores y académicos para respaldar científicamente la nueva ruta de viaje que trazaría de resultar electo. Y así logró convencer a la mayoría de los argentinos.

Ahora ha recibido el aval popular para poner su plan en marcha, y si funciona o no, es algo que solo el tiempo podrá decir. Pero, ¿qué propone Milei?, ¿de dónde saca sus ideas? Justo antes de convertirse en jefe de Estado, publicó 'El camino del libertario', un libro que la editorial Deusto ha traído este año a España, donde divulga sus pensamientos económicos, sus reflexiones políticas y algunas de sus memorias personales.

El primer presidente anarquista

El liberalismo moderno desconfía del Estado y una rama de este pensamiento, el anarcocapitalismo, aboga por erradicarlo. El minarquismo, en cambio, trata de reducirlo a su máxima expresión para quitarle todo su poder de influencia. No tanto porque consideren que su eliminación es indeseable, sino porque consideran que no existe, por ahora, una alternativa para organizar y dirigir un territorio y abolirlo tendría consecuencias peores que las que ya produce su existencia.

Según Alberto Benegas Lynch, a quien Milei cita con regularidad, «el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad». Entonces el Estado es, por naturaleza, enemigo de la libertad, atacando la propiedad privada mediante impuestos e imponiendo obligaciones políticas no consentidas.

El dilema liberal radica en reconocer la ilegitimidad del aparato estatal, pero no llegar a destruirlo porque la consecuencia de esa acción resultaría en algo peor. Y el gran reto del presidente argentino es dirigir la gran maquinaria que él considera cercenadora de libertades y diseñar su desarticulación y minimizarlo. Un sistema de engranajes que, desde hace décadas, no ha parado de crecer.

El trayecto de Milei

Todas estas ideas las expone Milei en su libro. Explicando cómo fue su transición, desde que salió formado de la universidad con «la típica estructura analítica de centroizquierda» hasta que abrazó la idea de la libertad. Recordando a los profesores que marcaron su vida profesional y los libros y autores que leyó y que moldearon su pensamiento económico y forjaron sus ideas. Pero también habla de sus inicios como rockero o futbolista y de una de las cosas más importantes de su vida: su perro Conan.

No sus mascotas, sino sus «hijitos de cuatro patas» son pilares fundamentales para Milei, que, junto con su hermana Karina y su sobrino Aaron, sustentan su felicidad. Y sobre este tópico Milei filosofa en el texto, hablando de su mirada sobre la vida y la fórmula que consiguió para ser feliz. Ayudado por «las matemáticas, los capítulos de 'Los Simpson' y los austríacos», en referencia a la Escuela de Austria de la que es devoto.

El socialismo, un error teórico

Uno de los mayores enemigos de Milei es el socialismo, a quien ataca cuando puede, por considerarlo una ideología generadora de miseria. «El socialismo es un error teórico y una aberración empírica», asegura el economista. Para el presidente argentino, la izquierda, aun frente a su estrepitoso fracaso económico, «se reordenó bajo la idea de que el sistema capitalista de libre empresa es injusto. Se arrogaron una suerte de superioridad moral y como los liberales no presentaron batalla, los socialistas se llevaron el debate sin resistencia alguna». Así se adueñaron de la educación, la cultura y los medios de comunicación, señala Milei, y «adoctrinaron a una generación de resentidos y fracasados».

Pero el libertario confía en que es posible lograr un cambio porque «afortunadamente, los jóvenes rescatarán al mundo de la pobreza miserable socialista. Los jóvenes suelen ser rebeldes frente al 'status quo', y como hoy lo políticamente correcto es recitar la basura socialista, los jóvenes, en su mayoría, son liberales».

Juan Ramón Rallo, uno de los que prologa 'El camino del libertario', señala que existe escasa experiencia histórica de un proceso de desestatalización como el que se ha propuesto Milei, y «sin experimentos ni errores de los que aprender resulta complicado no ser el primero en cometerlos». Y si estabilizar la economía Argentina ya resulta una tarea titánica, el presidente libertario ha escogido una tarea «casi imposible» al intentar reducir la enorme masa estatal, porque su éxito depende de una larga transición que demanda consensos que permitan que las políticas se mantengan durante varios lustros y no solo ocasionalmente. El problema para la causa libertaria es que, si Milei fracasa, «las perspectivas de una revolución liberal en Argentina se ensombrecerán», y esa derrota se vincularía inevitablemente al fracaso de las propuestas libertarias. Por tanto, asegura Rallo, el reto al que se enfrenta el presidente es triple: «desarmar el hiper-Estado sin precedentes históricos sobre los que apoyarse, sin un absoluto respaldo ni interno ni externo a su agenda política, y sin un mínimo de estabilidad macroeconómica en un país que se halla al borde del colapso».