Aunque el turismo ha pasado de generar 1,5 euros de beneficio por cada euro que aporta de forma directa a la economía (entre 2012 y 2015) a 1,73 euros en 2022, su capacidad tractora a la hora de generar rentabilidad a la economía doméstica en general es menor que la de Portugal (1,78), Grecia (1,91), Francia (2,05) o Italia (2,13), donde el resto de la economía consigue sacar mayor tajada del impulso de la actividad turística. Una pena si se tiene en cuenta que España es el país que más ingresos obtiene del turismo a nivel global, el 6% del total, por encima de Francia o Italia.
El Banco de España destaca «dinámicas favorables del sector» como el elevado peso que tiene en el PIB (12,3% en 2023) o en el empleo (11,2% del total hace dos años), pero también avisa de otros aspectos negativos como unos niveles de productividad laboral y de inversión por debajo de la media nacional, la mayor presencia de pymes o una fuerza laboral representada en su mayoría por jóvenes y personas de baja cualificación.
Caída del dólar
El supervisor aprecia una desaceleración en las tasas de crecimiento del sector por el «relativamente desfavorable» contexto internacional, que resta fuerza al dólar frente al euro y por tanto encarece el coste de los servicios turísticos para algunos de los principales mercados emisores.
Como otros apuntes negativos del turismo, Gavilán también ha expuesto la idea de que su dinamismo está generando tensiones «en términos de congestión y de degradación de los recursos naturales», además de «dificultades en el acceso a la vivienda para determinados colectivos». En este sentido, el representante de la entidad destaca el peso que los extranjeros no residentes tienen en las compraventas de casas (casi 10% en 2024), y la proporción de vivienda turística, que en ciudades como Málaga rebasa el 20% del parque total de vivienda.