Del cerdo parapléjico a la yegua abandonada: la granja para animales maltratados
Tras diez años, este refugio que acoge a toros, caballos o vacas tendrá que mudarse en agosto por falta de espacio
Gracias a un programa de imágenes y a 18.000 fotografías de seis gallinas de raza Sussex observadas en todo momento durante tres semanas, los investigadores del INRAE pudieron diferenciar matices de sonrojo en esta especie de gallináceas reputadas por su puesta de huevos.
En una granja de la valle de la Loira, en el centro de Francia, los científicos han constatado que las gallinas se sonrojan ante gusanos de harina y se vuelven escarlatas durante la experiencia negativa de la captura. Cuando estaban en reposo, su piel parecía mucho más clara.
Partiendo de esta base, los investigadores aislaron a 13 gallinas para acostumbrarlas a la presencia de un ser humano durante cinco semanas. Comparado con otras gallinas, los científicos observaron que el grupo sometido a la experimentación mostraba un aspecto más claro, lo que parecía «un estado más tranquilo» en presencia de la persona.
«Este indicio puede indicar una percepción más positiva de la presencia humana, comparado a las otras gallinas que no están acostumbradas al hombre, y puede constituir una nueva herramienta para evaluar el bienestar animal», afirma el INRAE en el comunicado.