El talento con sangre gallega vuelve a casa con un contrato indefinido y otro de alquiler

Está dirigido a gallegos de nacimiento emigrados, descendientes o personas que residieron un mínimo de seis años en Galicia entes de marcharse. Cada año el programa lanza una nueva edición. La más reciente mantiene las convocatorias abiertas durante este mes y prevé beneficiar a 200 personas. Tres de las voces que participaron en la última realizada, la de 2024, cuentan a ABC cómo fueron —y están siendo— sus experiencias tras cruzar 'el charco' y abrir un nuevo capítulo al otro lado. Una de ellas es Macarena Lavinia, quien vivió en Argentina las dos primeras décadas de su vida. Es la tierra que acogió a su abuela materna, pontevedresa de nacimiento, cuando con quince años arribó desde Galicia. Su nieta, a sus veinte, llegó a Poio (Pontevedra) tras ser seleccionada en el programa.

Lo siente como un «objetivo cumplido». La visita que hizo con su abuela en 2023 fue determinante: «Me volví a casa como triste… Decía 'yo me quiero quedar acá'», recuerda. Pero la incertidumbre era una traba. «No quería venirme así, totalmente de aventurera. Eso me ponía muy nerviosa». Fue su madre quien le envió por redes la publicación del programa. A partir de ahí, el proceso la llevó a una feria de empleo en Buenos Aires en la que tuvo su primera entrevista, pensada para encuadrar su perfil. La esperaba una tramitación intensa, pero tuvo asistencia y no se vio sola; agradece que tanto el equipo humano del programa como la Fundación Ronsel le prestaron ayuda «con todo».

Al llegar a Galicia, su aterrizaje coincidió con el fallecimiento de su otra abuela, lo que lo hizo «mucho más difícil». Cierta estabilidad emocional pudo hallarla gracias a su empleo: «Pude estar ocupada. Si no hubiera tenido trabajo, capaz que decía 'no estoy hecha para esto' y decidía volver», pondera. Hoy vive en Poio (Pontevedra) y valora la acogida que encontró allí, cuenta que «la gente es muy amable». Tras cuatro meses de adaptación, la siguiente meta que se fija es estudiar Psicología. Por ahora, venirse a Galicia es un pequeño sueño que pensó que no vería cumplido «tan pronto» y que podrá compartir con su abuela materna, que planea volver a su tierra natal para vivir con ella. Recomienda la experiencia: «Si me dan la opción de volver a hacer el programa, lo haría. Lo más difícil es estar lejos, pero vale la pena».

Partidas y llegadas

Bruno Alonso, de 23 años, uruguayo y nieto de gallegos, también creció escuchando historias de emigración. Había visitado Galicia en 2017 y quedó impactado por la vida en los pueblos: «Estaba bastante enamorado del lugar», admite. Su madre fue quien los animó a él y a sus hermanos a inscribirse: «Nos incentivó a anotarnos. Al final, solo quedé yo seleccionado». Espera que, en el futuro, puedan acabar viniendo todos.

Bruno Alonso MIGUEL MUÑIZ

En su caso, la feria de empleo se celebró en Montevideo y, como con Macarena, las entrevistas a distancia marcaron el inicio de un proceso en el que se sintió atendido tanto desde Retorna Galicia como desde la Fundación Nortempo: «Hubo un seguimiento, me ayudaron con todo». Antes de pisar Galicia ya tenía su contrato, e incluso la vivienda se resolvió antes de llegar: «Me hicieron todo el arreglo del alquiler, ya tenía en dónde quedarme».

Vive en Sigüeiro, donde se siente bien recibido: «Siempre intento hablar con los vecinos, y desde el principio todo el mundo me ayudó». En su trabajo como operario maquinista en Vegalsa, el buen ambiente con sus compañeros también facilitó su adaptación. Aunque admite la soledad de empezar desde cero, proyecta quedarse: «A mí me está gustando bastante… Estoy proyectando a quedarme». Y recomienda sin dudarlo el programa: «Totalmente recomendable… Es un cambio totalmente radical».

Luis Miguel Roche

Luis Miguel Roche, cubano, es bisnieto de gallego emigrado y nunca había estado en España. Con sus 25 años, llegó hace solo un mes y sigue en pleno ajuste «al clima, a la gastronomía» y a los horarios: «Llegar acá ha sido uno de los retos que he enfrentado, pero es cuestión de acostumbrarse», resuelve. Valora también la ayuda institucional y de la Fundación Venancio Salcines para orientarse y navegar por la extensa burocracia desde el primer día. También le facilitaron hallar alojamiento y, aunque compartir piso no es habitual en Cuba, encuentra «muy amena la estancia» con sus «excelentes» compañeros. Tras apenas un mes en Boiro (La Coruña), Galicia sigue siendo un descubrimiento constante para él. Es pronto para saber si se quedará a largo plazo, pero se atreve a imaginar un proyecto vital: «El siguiente paso sería independizarme, y luego traer a mi esposa». Y, como Macarena y Bruno, algo tiene claro: esta experiencia es «una gran oportunidad» que se está asegurando de aprovechar.