Tal y como ha señalado el secretario del Consejo de la Juventud de España, Francisco Javier Muñoz, el precio de la solución más barata para 'dejar el nido' familiar, el alquiler de una habitación, «ya supera el 30 por ciento del salario, que es el tope recomendado» para un buen equilibrio financiero. El alquiler de una vivienda en solitario se lleva, de media, el 61,2 por ciento del salario neto mensual de las personas de entre 16 y 29 años.
«En Castilla y León, la renta mediana de una vivienda libre se sitúa en 680 euros mensuales, con un incremento de más del diez por ciento en más de un año», ha recordado la presidenta del Consejo de la Juventud de Castilla y León, Sandra Ámez, que ha recalcado que ese 61,2% sube hasta el 82 por ciento en el caso del tramo de los jóvenes asalariados de hasta 24 años, un «nivel de sobreesfuerzo insostenible si queremos hablar de vida independiente» en el que el alquiler «se come» la mayor parte del dinero, sin entrar en suministros que supondrían una carga adicional. Así, el acceso a un hogar propio sería la «barrera» transversal, según ha explicado, en una presentación que ha tenido lugar en Valladolid, en la sede del Consejo Económico y Social autonómico, en compañía también de su presidente, Enrique Cabero.
Con trabajo pero en riesgo de exclusión
En ese sentido, este último ha resaltado que esta «tendencia» de precariedad marca cifras tan rotundas como un 30,9 por ciento de los jóvenes en riesgo de exclusión o pobreza. Casi uno de cada tres, y en muchos casos, a pesar de tener un trabajo. Es «alarmante» también ya que «afecta transversalmente a otras muchas materias», como la pujanza industrial de la Comunidad. «Ahora muchos jóvenes, desde que han nacido, sólo han oído hablar de crisis, se ha normalizado aunque deberían ser cíclicas», ha acotado Cabero, para recordar el impacto de la debacle de la construcción o de la pandemia del Covid-19, que lo «paralizó todo».
A pesar de que Muñoz ha reconocido «mejoras en el ámbito laboral», ha advertido que esto «no se está traduciendo en un mejor acceso a la vivienda ni tasa de emancipación». «Hace unos años, lo difícil era el paro: una vez que se accedía al trabajo era relativamente sencillo acceder a una vivienda de alquiler o de compra, pero ahora el trabajo no es suficiente», ha alertado. «Las personas jóvenes tenemos que soportar que se nos diga que si estamos en esta situación es porque no queremos trabajar y que si nos esforzáramos más, podríamos emanciparnos», ha criticado, para contraponer que, a la luz de los datos, «podemos ver que una de cada tres personas jóvenes estudia y trabaja al mismo tiempo y que los 'ninis' están por debajo del 3 por ciento de la juventud española».
Ámez por su parte también ha valorado los «avances» a la hora de ampliar el parque público de Vivienda, pero ha coincidido en que se mantiene un «escenario complicado». «La emancipación no puede ser un privilegio», ha puntualizado la presidenta, para alertar de que, en Castilla y León, a esto se suma un «problema estructural» de pérdida de juventud en favor de otras comunidades por «falta de oportunidades».
En ese sentido ha desgranado que existe un «patrón muy claro y revelador» respecto a la edad que se puede apreciar al mirar detalles como que entre los 16 y los 24 años apenas un cuatro por ciento de los jóvenes da el salto a vivir por su cuenta. El porcentaje sólo sube al 32 por ciento entre los 25 y los 29, una diferencia que habla de que «el paso a la vida autónoma se está retrasando y nos emancipamos cuando dejamos de ser jóvenes».
El estudio también marca diferencias respecto al género, siendo las mujeres las que llevan la delantera a la hora de marcharse del hogar familiar, con un 17,1 por ciento frente al 10,7% de los varones, algo que indica una serie de «dinámicas sociales» a analizar.
Los estudios son otra de las variables estudiadas por su influencia, ya que los jóvenes con estudios superiores se emancipan en un 20 por ciento de los casos, pero la tasa se queda en un 12,5 por ciento para aquellos que han cursado la educación obligatoria. Sin embargo, la «brecha es aún significativa» en el caso de aquellos que siguen estudiando. Sólo se independizan el 7,1 por ciento frente al 25,6 por ciento de los que han dado carpetazo a su etapa formativa. «Estudiar hoy para muchas personas jóvenes es incompatible con emanciparse, porque supone una dependencia económica y una falta de ingresos suficientes», ha explicado Ámez.