Este triunvirato (que firma también el diseño del vestuario del espectáculo) ha puesto en manos de Olga Pericet (con la colaboración de Iván Amaya) y la pareja Estévez-Paños (Rafael Estévez y Valeriano Paños) este segundo espectáculo, que tiene en Manuel de Falla su columna vertebral. 'Siete canciones populares', 'Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy' y 'El amor brujo' son las partituras que se escucharán (junto a la música original de Dani de Morón), interpretadas por la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Orcam), dirigida por su titular, Alondra de la Parra, y por Diego García Rodríguez.
Olga Pericet ha coreografiado la primera parte del espectáculo: la obertura, las 'Siete Canciones Populares' y el 'Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy' - «siempre he tenido ganas de coreografiar esa pieza, porque siempre he estado enamoradísima de esa música», dice la artista cordobesa'-. Coreografiar las 'Canciones' era un reto, añade, y ha querido darle a cada una de ellas un estilo distinto de las distintas disciplinas de la danza española.
Llamó para ello a Iván Amaya; «somos ya un equipo y para mí es imprescindible. Tenía mucha responsabilidad y hay en la pieza mucho tipo diferente de movimiento, que conozco bien, pero necesitaba reciclarlo, actualizarlo y llevarlo a una escena más actual, que es por la que yo me muevo».
Son la propia música y el ritmo los que han marcado el estilo coreográfico de cada canción. «Había músicas paisajísticas como la 'Asturiana'; otras muy reconocibles como la 'Seguidilla murciana' o la 'Jota', y otras que me llevaban a la Escuela Bolera, como 'El paño moruno'». El mayor reto, añade Olga Pericet, «era que no se viera solo como algo plástico, estético, sino llevarlo a mi terreno y contar una pequeña historia, muy pequeñita, pero que pudiera atrapar al espectador»
En la coreografía aparece la casi desaparecida Escuela Bolera. Olga Pericet ha bebido en sus fuentes originales gracias a su familia, vinculada tradicionalmente con este estilo que hoy ya casi o se puede ver. «Es la Escuela Bolera que yo he aprendido de mis tíos, con los que he estado en contacto para darle contemporaneidad a los cuerpos pero con una base estupenda». También hay folclore y bailes regionales».
«Evidentemente -concluye Olga Pericet-, dentro de todo este tradicionalismo siempre hay una línea personal; mi poesía y mi manera de adaptar el cuerpo a una danza más actual, y como llave está la vanguardia de esa época; el 'Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy' es, concreta, la llave a la segunda parte del espectáculo.
De esta segunda parte se encargan Rafael Estévez y Valeriano Paños, dos coreógrafos que llevan más de veinte años creando conjuntamente. Una introducción, 'Alucinaciones' -con música de Dani de Morón- permite ya entrar en la fantasmagórica historia que escribió hace más de un siglo María de Lejárraga (aunque la firmara, como otras obras suyas, Gregorio Martínez Sierra, su marido). «Nos hemos inspirado en ese universo -dicen los coreógrafos-, en las leyendas de Rosario Monje 'La Mejorana' que Falla escuchó y que le inspiraron para crear esa pieza, que estrenaría Pastora Imperio -hija precisamente de La Mejorana-, hasta las versiones de Antonia Mercé, de La Argentinita... Para crear nosotros nuestra propia versión de la historia».
'El Amor Brujo' se estrenó como ballet -«Gitanería en un acto y dos cuadros»- en el Teatro Lara de Madrid el 15 de abril de 1915. Diez años después, en 1925 (hace ahora cien años), se estrenó la versión sinfónica definitiva, que es la que se utiliza en este espectáculo. «También nos hemos inspirado en todas las personas que contribuyeron a la difusión de la obra en sus dos versiones, así como en sus historias personales».
Su versión, continúan, es «como el reflejo en un espejo roto, un caleidoscopio, un mosaico... Es nuestra visión desde el tiempo actual de la historia». 'El amor brujo' es una obra que les rondaba en la cabeza desde que empezaron como tándem en 2003, reconocen. «Pero la vida es más lista que nadie y ha llegado cuando tenía que llegar, en un momento en el que estamos creativos y con fuerza y madurez».
Hay detrás de este 'El amor brujo' mucho trabajo de investigación. «Desgraciadamente, no pudimos ver, claro, las versiones de Pastora, de Antonia Mercé y de La Argentinita. Pero nos han marcado las de Antonio Ruiz Soler, las versiones cinematográficas -la primera de 1949, con Ana Esmeralda y Manolo Vargas; la de Gades con La Polaca y Rafael de Córdoba; o la de Carlos Saura y el propio Antonio Gades-. Nos han marcado todas y ninguna, porque al final ni siquiera hemos recurrido a la historia que todos conocemos. Hemos investigado mucho, muchísimo, para poder hacer nuestra propia versión, en las que están desde el asesinato de la bailaora sevillana María Montero en Nueva York en 1928 -le mató su amante de un disparo-, y eso nos ha permitido abordar temas tan actuales como el maltrato a la mujer, las relaciones tóxicas o la dependencia».