Cosas que nunca creeríais

Pero hay más. Hemos visto en esta misma semana a un presidente anunciando el sentido de una sentencia del Tribunal Constitucional antes de que sea presentado el correspondiente recurso de amparo. Lo hemos visto negar, por algo se llama Pedro, que conociera de verdad a su colaborador más apreciado, el hombre hoy preso al que encomendaba los más comprometidos encargos. Lo hemos visto humillarse (por enésima vez) para implorar a un prófugo de la justicia que le mantenga su apoyo parlamentario, y es muy probable que no esté lejos el día en que lo veamos acudir a fotografiarse con él en Waterloo.

Hemos visto a un tipo pasearse por la Moncloa con la bragueta abierta. (Bueno, lo han visto las mujeres ante las cuales se exhibía mientras pronunciaba insinuaciones groseras). Hemos visto al partido más feminista de la historia esconder las quejas sobre el caso y volverlas a rescatar cuando lo denunció la prensa. Hemos visto el ascenso-trampa de un coronel de la Guardia Civil para apartarlo de ciertas investigaciones judiciales delicadas. Hemos visto al Gobierno renunciar a sesenta mil millones de fondos europeos por incapacidad burocrática de gestionarlos en ausencia de la obligatoria ley presupuestaria que ni siquiera ha sido presentada.

Hemos visto a un rey abdicado grabar un vídeo de lamentable factura casera para promocionar un libro de memorias como si fuese un escritor de moda en gira de promoción del premio Planeta. Hemos visto a la Casa del Rey en ejercicio descalificar con despectiva dureza –«ni oportuna ni necesaria»– la sorprendente iniciativa paterna, que ha desconcertado tanto a los actuales habitantes de la Zarzuela como a los partidarios de la monarquía constitucional y a una clase dirigente perpleja por la inconveniencia de la idea.

Y todo esto en sólo tres días de vísperas de unas Navidades perfiladas sin la tradicional tregua política por unas extemporáneas urgencias electorales. Es la tónica de un tiempo sin certezas estables, donde lo inesperado se ha convertido en habitual y la sociedad se ha acostumbrado a la anomalía constante. Y aún nos quedan por ver muchas novedades y 'primeras veces' que dábamos por impensables. Algunas de las cuales, como dijo la madre de Joseba Pagaza, nos helarán la sangre.