La población de jabalíes crece en Castilla y León un 250% en veinte años y está en niveles «muy altos»

Las cifras de ejemplares abatidos no han parado de aumentar con los años y son reflejo de esa evolución. De los cerca de 15.000 notificados en la temporada 2004-2005 a los casi 30.000 diez años después y los 52.000 de la última cerrada (2024-2025). Precisamente las capturas, «multiplicadas por entre cuatro y cinco», son la base para la «estimación» de la población, que está en niveles «muy altos», apunta el director general de Patrimonio Natural de la Junta, José Ángel Arranz.

Los números indican que se ha multiplicado casi por tres en dos decenios. Cerca de un 250 por ciento más de suidos en veinte años. Lo que sitúa el censo «por encima de las poblaciones que serían ideales», advierte Arranz, aunque la distribución no es uniforme por un territorio tan amplio y diverso como los más de 94.000 kilómetros cuadrados por los que se extiende la Comunidad.

Unas altas densidades que «afectan a la conservación», alerta también, además de apuntar a los «problemas» que generan de enfermedades –la peste porcina no es la única a la que da cobijo y transmite a la cabaña ganadera,– , accidentes... Un incremento que «lleva décadas» produciéndose, señala el responsable de Medio Natural, quien repasa un conjunto de factores para ese dispararse: el «abandono» rural en el que el monte gana territorio o cambios en la actividad agrícola que a la vez que han derivado en una caza menor «en retroceso», han elevado las poblaciones de la mayor, con más jabalíes y también corzos, ciervos...

También, apostilla, una «menor presión de la caza», por más que las cifras de ejemplares abatidos hayan ido en aumento merced a esa población en constante alza. De ahí que uno de los objetivos marcados por la Junta de Castilla y León sea «hacer un esfuerzo en recuperar esa actividad cinegética» que «ayude» al control de la fauna, aunque para ciertos sectores «esté mal vista», señala Arranz.

«Las altas densidades también afectan a la conservación», subraya. Y lamenta que la «demonización» de la actividad cinegética «va en contra» de que haya más aficionados. «La caza se está entendiendo mal. No va en contra de la conservación. Todo lo contrario», recalca el director general de Patrimonio Natural. «Los cazadores son necesarios para mantener ese equilibrio ecológico», incide este ingeniero de Montes.

El «reto», señala, es «mantener la caza» y también facilitar reducir el número de jabalíes que campan por Castilla y León. Teniendo en cuenta, precisa, que «es difícil dar una cifra global» de ejemplares a 'eliminar', pues hay zonas «con más carga» y otras que pueden admitir más por tener «densidades más bajas». Pero lo cierto, asevera, es que las cifras actuales de caza están «alejadas» del ideal.

Para favorecerlo se ha dado el visto bueno a la declaración de «emergencia cinegética» para el conjunto de la Comunidad –desde el año pasado regía en Salamanca y Ávila por la incidencia de enfermedades a la cabaña de bovino– con el objetivo de «facilitar» y poner coto a un posible avance de la PPA, por más que esté a cientos de kilómetros «y esperemos que no aparezca».

«Estamos bastante preocupados», confiesa Arranz, de ahí que se estén tomando medidas para «reducir» la población de jabalíes y «evitar una rápida expansión» y que se transmita de forma más veloz a lomos de los suidos. Sin límites al número de ejemplares abatibles, posibilidad de más cacerías, modalidades, durante todo el año con la salvedad de marzo y agosto, opción de capturas con trampas y visores nocturnos, autorizaciones excepcionales en terrenos no cinegéticos... No en vano, entre 2016 y 2021, años base para la elaboración del Plan de gestión del jabalí aprobado ya el año pasado, el número de solicitudes de control poblacional de la especial se habían incrementado un 30 por ciento, suponiendo una de cada cuatro peticiones para terrenos no cinegéticos.

Por el momento, la orden vista el jueves por el Consejo de Gobierno, y publicada el viernes en el Bocyl, contempla su aplicación hasta enero de 2026. Pero, advierte el director general de Patrimonio Natural, «las densidades altas han llegado para quedarse», por lo que el control población «tiene que ser un esfuerzo continuado». «Es necesario que esa presión cinegética se mantenga y continúe en el tiempo», subraya.

Que cada vez son más los jabalíes lo saben los numerosos conductores que se cruzan con ellos en la carretera –el año pasado causaron más de 3.400 accidentes de tráfico en Castilla y León, el triple que un decenio atrás–. También los agricultores, que ven cómo el paso de las piaras daña sus cultivos y los cazadores, a quienes no les resulta difícil ver al animal, aunque no siempre es posible cazarlo, por lo que ya reclamaban una «flexibilización». «En cualquier arroyo, mata... aparecen los jabalíes porque hay muchos y las poblaciones han cambiado sus hábitos», señala Iturmendi, quien recuerda que «antes estaban muy ligados al monte».

Ahora este animal «muy oportunista», como lo define Arranz, se acerca incluso a terreno urbano en busca de cualquier cosa que echarse al colmillo y «se refugia» en zonas «más tranquilas y con alimento» donde «es más difícil controlar esas poblaciones». Con hasta dos partos por año y camadas de entre cuatro y cinco 'rayones' de los que ahora sobreviven más crías, pueden vivir hasta diez años. En un coto de perdiz al que van y que no tiene precisamente arbolado «raro es el día que no levantas un jabalí», ejemplifica Iturmendi.

«Sería un poco especular» poner un número a abatir, pero sí tiene claro que debe ser «bastante más de lo que cazamos». Y coincide en que «no porque haya más animales, ya que la supervivencia de la especie está más garantizada, pues «las superpoblaciones de animales generan enfermedades», sino, precisamente, para «evitar» ese exceso. «Es una forma natural de regular», recalca.

Así, reclama «miras más altas» a la hora de fijar la gestión cinegética, y «no con miedo a qué dirán los grupos anticaza, proteccionistas». «De esos modelos hemos llegado a esta situación», sostiene el presidente de la Federación de Caza. «La naturaleza hay que controlarla por el ser humano, con criterios científicos y no desde posturas extremistas», asevera.

Una especie en «franca expansión», como ya recogía el Plan de gestión antes incluso de la irrupción de la peste porcina que ha hecho saltar todas las alertas en una comunidad que es la tercera con más censo de cerdos de España, con más de 4,3 millones de cabezas. Y en el pódium en ibérico, el que más está en extensivo y tiene más riesgo de contacto con el jabalí. De ahí que Salamanca sea una provincia «preocupante», tanto por los casi 600.000 puercos ibéricos como por ser la que más capturas de jabalí acumula –una quinta parte de los de toda Castilla y León–, que evidencia la alta densidad de suidos y la «amenaza sanitaria» que suponen.