Contribuir a esa progresión es al objetivo en el que se embarcaba la Junta a través del programa de reintroducción del lince ibérico, no exento de dificultades, algunas previstas de antemano y que se han ido haciendo realidad con el paso de los meses. Los atropellos, una de ellas. Y uno de los ejemplares llegados en estos meses a través de distintas fases perecía este lunes sobre el asfalto de la carretera P-405 a la altura de Villajimena.
Venadillo, un macho, es el cuarto lince que ha perecido tras su llegada a Castilla y León. Antes lo hicieron Vuelvepiedras, la primera hembra que saltaba en tierras del Cerrato Palentino el 17 de febrero, saliendo de una jaula en compañía de Virgo. Vouga, otro macho moría también. Atropellados y ahogado en un canal de riego.
Cuatro víctimas de los nueve que han ido llegando, primero a través de una suelta blanda para ir aclimatándose al terreno en un recinto acotado y vigilado de una hectárea en el monte en el término municipal de Astudillo, antes de salir a campo abierto, donde se encuentran con esos riesgos.
En este tiempo, procedentes del Centro de Cría de El Acebuche, en Doñana (Huelva) o de Castilla-La Mancha, donde el lince gana terreno, han llegado a Castilla y León nueve ejemplares, de los que han perecido cuatro, por lo que actualmente hay cinco en la zona del Cerrato Palentino, escogido como lugar idóneo para su suelta dada la alta presencia de conejos, el manjar preferido del felino.
Pese a los contratiempos y «los problemas de riesgo de muerte de algún ejemplar», el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Carlos Suárez-Quiñones, dejaba claro que las pérdidas se compensarán con «nuevas reintroducciones».
Y es que, el programa de reintroducción del lince es un hito «histórico», pues hacía casi medio siglo que dejó de verse al lince en Castilla y León, de ahí que el compromiso sea mantener el programa por el que tanto tiempo se ha luchado para contar entre la fauna silvestre de la Comunidad con este «felino asombroso, muy atractivo y que no produce más que bienes al territorio, a agricultores y a cazadores, además de la riqueza de la biodiversidad que supone», defendía Suárez-Quiñones.
De hecho, para intentar minimizar los riesgos se están llevando a cabo actuaciones como la instalación de sensores de fibra óptica o fotónica con el objetivo de monitorizar a los ejemplares. Además, se han identificado los principales puntos negros del área en el que campan y se instalará un vallado perimetral -con una inversión cercana al millón de euros- en la carretera P-405, precisamente en la que también moría Venadillo, el último macho atropellado.