Chiara Ferragni y la pesadilla interminable: se reanuda el juicio del caso Pandoro bajo amenaza de 20 meses de cárcel

Chiara Ferragni fue pionera hace más de 15 años al fundamentar las bases de las redes sociales como modelo de negocio construyendo un enorme imperio sobre su propia imagen. Pero todo ha ido de mal en peor desde 2023, cuando fue multada con un millón de euros por «prácticas comerciales incorrectas» en una campaña publicitaria que, supuestamente, era de un carácter benéfico que luego no resultó tal.

Dieron a entender a los consumidores que al comprar el pandoro -un dulce navideño- con el nombre Ferragni, contribuirían a una donación al Hospital Regina Margherita de Turín para adquirir nuevos aparatos para el tratamiento terapéutico de niños con osteosarcoma y sarcoma de Ewing. Su precio era de nueve euros, tres veces por encima del habitual, y todo resultó en una tremenda estafa.

Fraude agravado

La influencer ya ha pagado 3,4 millones de euros en concepto de indemnización y multas y la Asociación de Consumidores se ha personado como demandante civil. El caso ha regresado a los tribunales en medio de un momento muy complicado para la popularidad de la empresaria mientras el juicio que se viene celebrando hace meses en las calles redobla su intensidad.

La acusación que pesa sobre ella es de fraude agravado relacionado con el patrocinio de dos eventos benéficos por parte de su agencia. La solicitud también incluye una condena a la misma pena para su antigua mano derecha, Fabio Maria Damato, y a un año para Francesco Cannillo, presidente de Cerealitalia.

«Todo lo que hicimos, lo hicimos de buena fe. Tengo confianza»

Chiara Ferragni

Empresaria e influencer

La asociación Casa dei Consumi sigue siendo parte civil en el juicio y sus abogados, Giuseppe Iannaccone y Marcello Bana, declararán el 5 de diciembre. Ella pasó antes por el tribunal para decir: «Todo lo que hicimos, lo hicimos de buena fe». Y luego a los periodistas: «Tengo confianza».

Un noviembre negro

Noviembre ha sido un mes negro para la bella Chiara. El nuevo episodio de turbulencias de su vida –uno más- comenzó con una indiscreción del periodista Gabriele Parpiglia en relación a la ruptura definitiva de su relación con Giovanni Tronchetti Provera debido a la negativa de su familia a aceptar la peculiar y expuesta vida de la influencer.

Además, el lanzamiento de su nuevo producto navideño, la vela 'Va a ser increíble', también ha sido criticado en redes sociales por ser un producto que muchos consideran «ridículo». Y luego también han salido rumores sobre la supuesta dimisión de su guardaespaldas de confianza porque no soporta tanto estrés.

Eso no es todo. El rapero Fedez ha publicado un libro de recuerdos, como ahora se estila, y guarda para Chiara Ferragni, su ex, un amplio espacio dentro de sus reflexiones. La lluvia de ataques contra ella es torrencial. «El agua es más profunda de lo que parece desde arriba', el poético título de la obra, y en ella cuenta: «Nuestras diferencias emergieron como icebergs a punto de hundir el barco». Y por ahí desfilan crudos relatos sobre peleas y hasta intentos de suicidio.

«Personajes insoportables»

«Durante nuestro matrimonio, sufrí, por ósmosis, las relaciones de mi mujer. Había aceptado pasivamente esa forma de pensar: el arquitecto superelegante de Milán, el diseñador de moda hiperintegrado y un montón de otros personajes insoportables. Un paquete precioso. Pero por dentro, para mí, todos apestaban», cuenta el rapero. Y añade: «Prefiero salir con alguien que enseguida vea lo repugnante que es que con un paquete precioso del que poco a poco te das cuenta. Es mejor presentarse como uno mismo es».

«Después de siete años de cotilleos de moda —quién se acuesta con quién, qué diseñador despiden...—, finalmente no pude soportarlo más»

Fedez

Rapero y expareja de Chiara Ferragni

La cosa continúa: «Trataba a todos como yo trato a los snobs. Es decir, peor que ellos tratan a los demás. Me parecían patéticas muchas cosas. Hoy, si me invitan a cenar, hablo con la gente: soy una persona más o menos normal. En aquel entonces, me pasaba todo el tiempo mirando el teléfono. Ni siquiera los miraba a los ojos. Me parecían insoportablemente aburridos. Totalmente convencido, sin ningún motivo. Después de siete años de cotilleos de moda —quién se acuesta con quién, qué diseñador despiden...—, finalmente no pude soportarlo más».