La iniciativa Capital Europea de la Cultura arrancó en 1985 y contribuye a valorar la riqueza, la diversidad y las características comunes de las culturas europeas.
En España han ostentado este título San Sebastián, Madrid, Santiago y Salamanca, sin la oportunidad aún de dar esa trascendencia al sur del país y del continente. Pero esta calificación tiene más que ver con lo que será que con lo que fue. Con la oportunidad que concede para ordenar los recursos culturales, impulsar y/o consolidar la marca, vinculada a un concepto tan sostenible como la cultura, y transformar la ciudad.
Granada y Jerez han iniciado esta carrera junto a Burgos, Cáceres, Toledo, Las Palmas y Oviedo; en 2027 se publicará la resolución
Granada y Jerez han iniciado esta carrera junto a Burgos, Cáceres, Toledo, Las Palmas y Oviedo, y en 2027 se hará pública la resolución. Son dos candidaturas bien diferentes.
Piedra y alma
La capital nazarí posee un patrimonio arquitectónico-histórico colosal, con la Alhambra como símbolo mundial de integración cultural, amén del Albaicín y el Sacromonte.
La localidad gaditana se aferra a su espíritu, a su alma, a su duende intangible e invisible que toma cuerpo en sus gentes. Cuna y hogar del flamenco, la tradición ecuestre (alberga la Real Escuela de Caballos Andaluces) y su marca vitivinícola, el sherry, le ofrecen una valiosa proyección internacional.
Europa valora firmemente la diversidad. Granada, último bastión de la época musulmana, con un rico patrimonio judío que se observa en el barrio del Realejo, tumba de los Reyes Católicos, es un crisol de culturas. Jerez contiene un magnífico ejemplo de inclusión como es el del pueblo gitano a través, precisamente, del arte.
Ambas han cimentado su candidatura en una amplia participación. Granada ha recopilado más de 1.300 propuestas ciudadanas recogidas en un proceso con la Universidad de Granada (Medialab UGR) y el Consistorio. Jerez ha conseguido algo impensable en esta España de bloques: todos los ayuntamientos de la provincia, de distinto color político, se han unido para apoyarla y tendrán su espacio. Esa unidad es su gran aval pues se trata de una tierra muy dispersa y dividida en tres polos.
Granada tiene la nieve de Sierra Nevada a menos de una hora y en ese tiempo se llega también a la costa. Es una ciudad con servicios, pero tampoco demasiado grande, muy manejable, una ciudad amable. Jerez amanece cada día a pocos kilómetros de algunas de las mejores playas de España y posee la riqueza paisajística y gastronómica de la sierra de Grazalema.
Unión de los municipios
Ambos proyectos están liderados por dos mujeres. Marifrán Carazo ha acelerado el proceso, y desde su llegada lo ha impulsado definitivamente. Ha conseguido poner a todas las instituciones a navegar en la misma dirección: Diputación, Gobierno central, Federación de Hostelería, Confederación de Empresarios, Cámara de Comercio y, cosa realmente importante, el apoyo expreso de los 174 municipios de la provincia.
María José García-Pelayo ha pilotado una candidatura con una participación masiva, hecha desde el pueblo. La fortaleza es que los ayuntamientos, alcaldes y alcaldesas de la provincia de Cádiz se han convertido en los grandes defensores. No es fácil en un territorio tan disperso y heterogéneo como Cádiz, con tres focos muy potentes: la Bahía, Jerez y Costa Noroeste y el Campo de Gibraltar.
Las dos localidades han conseguido sumar a todas las fuerzas de la ciudad y cuentan con el apoyo de los municipios de su provincia
Las dos quieren, desean e incluso necesitan esta proclamación. A la ciudad nazarí le supondría asentarse y también intentar recuperar terreno perdido en el ámbito cultural. En las últimas décadas, Granada ha visto cómo Málaga la sobrepasaba abriendo museos como el Thyssen, el Pompidou, el Picasso… Necesita modernizarse en muchos aspectos culturales, más allá de la Alhambra y la omnipresencia de García Lorca o la presencia de Falla, pues alberga mucha cultura de calle, moderna, viva y emergente que necesita espacio.
Jerez ha sufrido en sus carnes épocas de crisis constantes y de deuda supina que le han impedido evolucionar en sus infraestructuras y equipamientos, y este apoyo permitiría reordenar todos esos recursos y encaminar una ciudad nueva sostenida sobre la cultura. Esas inversiones serían claves para rehabilitar espacios, crear programas formativos y consolidar redes culturales que perduren más allá de 2031.
Penalizan las deficientes infraestructuras, pues la calidad y capacidad de los aeropuertos, las pírricas conexiones, impiden su crecimiento. Y el AVE llega con mucho retraso a Granada y ni aparece por Jerez. Imponderables que se escapan a la capacidad de las candidaturas, pero que pueden revertirse con este nombramiento, o al menos paliar ciertas deficiencias.
El próximo 28 de diciembre finaliza el plazo para presentar ante el Ministerio de Cultura la documentación definitiva de la candidatura.
Entre febrero y marzo se espera una primera criba, con la designación definitiva en 2027. Granada y Jerez están preparadas e irrumpen con la convicción de que esta magnífica ocasión no se puede escapar. Es un reconocimiento, es un orgullo y, sobre todo, es una gran oportunidad de transformación.