«La oportunidad de cambiar la tenemos en Carlos Martínez»

Después de un minuto de silencio por el minero leonés muerto en Asturias y sendas intervenciones, introducidas por la eurodiputada Iratxe García Pérez, el propio Martínez ha hablado de su proyecto para Castilla y León, de «vocación municipalista, europeísta y feminista», un enfoque desde el que quiere escalar los «pilares fundamentales» de la gestión autonómica: sanidad, educación y vivienda, ha enumerado. «No podemos plantearnos que somos municipalistas o feministas cuando vienen las elecciones», ha apelado, para destacar que la internacionalización, la igualdad y los alcaldes son «la base», y enviando de paso un golpe a los de Vox por «negacionistas» de la violencia de género o del cambio climático.

Pero también hubo recriminación al PP: «Cuando nos cierran un consultorio médico, los ayuntamientos tenemos que ser la voz de la calle», ha ejemplificado, para criticar la gestión actual del que será su oponente, hablando de «cortoplacismo» y de «arbitrareidad» en las medidas. «Nos intentan definir como la coalición del ruido», se ha quejado. «Señor Mañueco, que no es ruido, que es el despertador», ha espetado. «Nos toca despertarle para que dé la cara y el 15 de marzo enviarle definitivamente a descansar», ha animado, para considerar que «este territorio necesita un hilo de confianza, un atrevimiento de cambio».

También ha habido alusiones al presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, «el mejor» para Puente, que ha barrido para casa y abundó en cómo España, con su red de alta velocidad y autovías, se habría convertido en un «referente mundial», con políticas «que hacen que este país sea lo que es hoy». Ha recordado el piso de su infancia –45 metros cuadrados y «paredes de papel» y se apoyó en él: «Que no me digan que había una mejor política de vivienda en el franquismo», ha señalado. Zapatero ha asegurado que es el problema de los hogares «la obsesión» de Sánchez. Ha dicho que habían tomado un café: «Está bien, muy bien, le veo con madurez política», valoró, para decirse «orgulloso» de la Transición y del «cambio intenso, profundo y venturoso» experimentado desde entonces.