Mas y Pujol rechazan afiliarse a Junts un año después de la oferta

En octubre de 2024, Mas confesó que «todavía» no se había afiliado a Junts dando por hecho que sería cuestión de meses, si no de semanas, que acabaría por firmar la solicitud y pagar la cuota (la militancia abona mensualidades de 10, 20 o 50 euros). En un programa de televisión del circuito en catalán de RTVE, quien presidió la Generalitat entre 2010 y 2016, dijo que estaba hablando con Jordi Turull, secretario general del partido, para ver «cuándo y cómo hacerlo».

Solo tres meses antes de aquella confesión pública, en un cena en una localidad de la provincia de Barcelona, unos ochenta cuadros de Junts, en su mayoría antiguos militantes de Convergència, instaron a Mas y Pujol a unirse a ellos en la aventura partidista. De aquel ágape se filtró interesadamente que ambos protagonistas habían aceptado la oferta. Nada más lejos de la realidad. Y cuando el mentor de Puigdemont fue preguntado por ello en televisión, unas semanas después, marcó distancias.

Mas señaló, entonces, que su decisión no podía ser valorada como la de un militante cualquiera y que, llegado el caso, le parecía apropiado escenificar su compromiso con Junts de la mano de Pujol, quien por su parte estuvo al frente del Govern 23 años (de 1980 a 2003). «Tiene un punto de simbolismo. Me gustaría que la filiación la hiciéramos Pujol y yo», indicó. Ambos ex presidentes autonómicos siguen siendo conscientes de la importancia de una decisión como esta. También de lo que supone no dar el paso.

En la misma situación se encuentra el fundador de Convergència. «No se va a afiliar. Está más cómodo desde fuera. A su edad, no tiene mucho sentido que milite en Junts. Busca una posición de expresidente que esté por encima de las luchas internas y partidistas», concretan a ABC desde el entorno de Pujol, que a sus 95 años está centrado en reivindicar su legado político y afrontar un juicio en la Audiencia Nacional acusado, junto a todos sus hijos, entre otros delitos, de pertenencia a organización criminal.

«El muro de Waterloo»

Los intentos de captación por parte de Junts, con especial empeño de Turull, no han dado sus frutos, de momento, y parece lógico que Puigdemont vea en la decisión de Mas y Pujol una desconfianza total a su liderazgo (personal) y una manera de decir, sin expresarlo, que no comparten algunas decisiones estratégicas (política). Por ejemplo, mantener a Junts en posiciones 'procesistas' anclado en 2017 y de máximos en sus exigencias.

En este contexto y con el partido embarcado en un viaje sin rumbo ni destino, como es la ruptura de negociaciones con el PSOE y el Gobierno de Pedro Sánchez y el bloqueo legislativo en el Congreso, fuentes de la formación –no oficiales– sostienen a este diario que perciben las primeras grietas en la relación entre Turull y Míriam Nogueras por consolidar su influencia en las decisiones que adopta Puigdemont. El motivo sería, principalmente, la discrepancia entre ambos a la hora de gestionar la quiebra de la relación con los socialistas.

«Se han distanciado y han enfriado la relación, en las últimas semanas», exponen a ABC desde el partido. «Míriam ejecuta todo lo que pide Puigdemont desde Waterloo, pero está enfadada porque todas las encuestas nos dan que perdemos escaños en el Congreso», declaran las mismas fuentes. Y añaden, advirtiendo de que «todo el mundo va con mucho cuidado con Waterloo, pues el muro del exilio es duro y alto», que como –opinan estas fuentes– Nogueras no tiene equipo y Turull tiene equipo pero pierde influencia, la relación podría complicarse: «Turull se siente habitualmente desplazado, a pesar de que es el secretario general, porque Míriam y Puigdemont hacen y deshacen a su gusto».

Si a esta situación (distanciamiento de Mas y Pujol con Puigdemont y pugna interna de Turull y Nogueras) se suma la fuerte presión externa que sobre Junts está ejerciendo Aliança Catalana –sobre esto, algunos sectores políticos auguran que la próxima encuesta del barómetro de opinión de la Generalitat será «una bomba»–, el partido está empezando a dar los primeros síntomas de debilidad estructural.

Por todo ello, a pesar de que el tándem Mas-Pujol arrimó el hombro en la campaña electoral de las últimas catalanas («siempre ayudo a Junts si me lo piden, mi afinidad está hacia estas personas», defiende Mas) y el delfín de Pujol se arremanga, cuando lo considera necesario, para evitar que Sílvia Orriols fiche en campo abonado por Junts, las actuales circunstancias hacen inviable que ambos den un paso al frente. «Hacer pedagogía y ayudar para que Junts sea un partido útil y previsible. Y abiertos a pactos con el PSOE, el PSC y el PP», apuntan fuentes del partido que es el objetivo de los ex presidentes autonómicos de CiU y que, por lo tanto, rechazan mantener a Junts en la vía 'procesista' tal y como insisten Puigdemont y Nogueras.