El Papa arranca su propia agenda y reúne a todos los cardenales por primera vez desde el Cónclave

En primer lugar ya las fechas son muy significativas. El 6 de enero León XIV cerrará la «puerta santa» de la basílica de San Pedro y clausurará el Jubileo de la Esperanza. Esa misa es la última ceremonia que «hereda» del Papa Francisco. También ha «heredado» su primer gran documento, (la exhortación apostólica sobre los pobres «Dilexi te» que Bergoglio dejó casi concluida) y su primer viaje, con destino a Turquía y Líbano, previsto para el próximo 27 de noviembre. A partir del 7 de enero, la agenda depende ya sólo del nuevo Papa y la inaugura convocando una plenaria de cardenales.

En segundo lugar, «al convocarles en estas circunstancias ya está apuntando que quiere combinar un estilo de gobierno tanto sinodal como colegial», explica a ABC el vaticanista francés Camille Dalmas. León XIV ha demostrado que no tiene prisa y que escucha muchas opiniones para hacerse cargo de la situación antes de tomar decisiones. Por eso, aunque es previsible que en el consistorio adelante algunas de sus prioridades, lo más interesante es que explicará a los cardenales qué papel tendrán ellos en su gobierno. En el pre-cónclave algunos solicitaron que se convocaran periódicamente consistorios como este para intercambiar impresiones con todos, en lugar de que el Pontífice escuche sólo a pocos de ellos en el llamado «Consejo de cardenales».

En su primera reunión a puerta cerrada, dos días después de la fumata blanca, León XIV confirmó que había tomado nota de la solicitud y que deseaba impulsar «la colegialidad y la sinodalidad». Ese mismo día les pidió que se reunieran en grupos reducidos para concretar las propuestas que habían surgido en el pre-cónclave y que querían que recordara. «También ahora quiere escucharlos», apunta Dalmas.

El primer balance de su Pontificado

Con ellos hará también un primer balance de su Pontificado. Si efectivamente lo eligieron para atajar la polarización en la Iglesia y en la sociedad, se pueden dar por satisfechos pues está desactivando tensiones en numerosos ámbitos. Quedan algunas otras cuestiones pendientes como el impacto en políticas mundiales, la estrategia de comunicación y la decisión sobre qué altos cargos del Vaticano continúan y cuáles serán relevados, que está provocando cierta impaciencia en Roma.

No se descarta que aprovechando el consistorio nombre un puñado de nuevos cardenales, entre ellos Filippo Iannone, nuevo prefecto del Dicasterio de Obispos. Según una regla no escrita, sólo se hacen nuevos cardenales cuando hay menos de 120 electores, y en enero habrá aún 122. En tal caso, deberá esperar hasta enero de 2027, cuando habrá sólo 116 electores y podrá nombrar 20 nuevos pues otros 13 purpurados cumplirán 80 años en los meses sucesivos. Aunque puede haber sorpresas pues ser cardenal facilitaría el trabajo a Iannone, es la hipótesis más verosímil para un Papa que no tiene prisa.

El Papa Francisco convocó sólo tres consistorios extraordinarios como el que está previsto para el próximo mes de enero: uno en 2014 para preparar el sínodo sobre la familia; otro en 2015 sobre reforma de la Curia y medidas contra los abusos; y otro más en 2022 para explicar sus reformas. Benedicto técnicamente no convocó ninguno, pero convocó encuentros de un día con todos los purpurados las cinco veces que hizo nuevos cardenales. Juan Pablo II convocó seis consistorios extraordinarios en los casi 27 años que duró su Pontificado.