La pareja desembolsó 3,35 millones de dólares por esta propiedad en 2020, poco después de su boda en Las Vegas. La vivienda de piedra rojiza fue reinventada por el diseñador Billy Cotton y el arquitecto Ben Bischoff de MADE siguiendo los deseos de los artistas. La vivienda en cuestión, una casa adosada de finales del siglo XIX, presenta cuatro niveles en los que se reparten cinco dormitorios y cuatro cuartos de baño.
Este inmueble combina el encanto inglés tradicional con la sensibilidad moderna de Brooklyn y con una rica influencia italiana –claro homenaje a las raíces italoamericanas del barrio–. En su interior, que presenta un toque ciertamente excéntrico, no faltan persianas de chintz, candelabros, papeles pintados bastante llamativos, molduras decorativas que aportan una elegancia arquitectónica atemporal y grandes ventanales que inundan de luz natural los interiores.
La planta principal da la bienvenida a una sala de estar revestida con un papel pintado Zuber presidida por una chimenea con detalles en verde y sofás de terciopelo del mismo tono que da paso a una cocina con armarios de estilo inglés, un frente de azulejos Ann Sacks, fuegos de Officine Gullo y una generosa isla central con espacio extra de almacenaje y zona de desayuno bajo grandes ventanales.
Un piso más arriba está la suite principal que ocupa toda la planta convirtiéndose en un verdadero refugio en el que no faltan alfombras de Pierre Frey, una zona de estar con chimenea, dos vestidores y bañera. Por su parte, la tercera planta ofrece dos habitaciones de invitados, un salón con tragaluz y muebles empotrados y un despacho independiente, mientras que en la planta baja hay otra suite de invitados, un aseo y una sala de estar informal con muebles empotrados, chimenea y acceso directo al jardín.
Por último, el sótano completamente acondicionado incluye un gimnasio, varios trasteros y armarios, así como una lavandería. El patio trasero dispone de una sauna y una piscina de agua fría.