Ni Ronda ni Mijas: el pueblo más bonito de Málaga tiene vistas a la playa desde un acantilado

La oficina de turismo lo resume sin rodeos: «Es inigualable». En su consejo al viajero, recomiendan asomarse al Balcón y perderse por el casco antiguo antes de poner rumbo a la cueva y al museo.

Desde el Ayuntamiento, a través de su oficina de turismo, insisten en que Nerja «se puede visitar en cualquier época del año». Han subrayado que, aunque la afluencia es mayor en verano, el invierno también mantiene un flujo estable, con un perfil muy nórdico que encuentra en la localidad clima suave y paseos frente al mar; en verano, añaden, el visitante español gana terreno en calles y playas del municipio. En su radiografía del día perfecto, además del Balcón, recomiendan la iglesia de El Salvador, el museo y una visita ineludible a la Cueva de Nerja.

Playa de Calahonda en Nerja Ayuntamiento de Nerja

La postal del litoral nerjeño se disfruta en toda su plenitud desde el acantilado. En el mismo nivel que el Balcón de Europa, Lamalaka Beach Club ha convertido su posición suspendida sobre la playa en una experiencia sensorial que combina gastronomía y paisaje. «La gente se queda sorprendida por la perspectiva que ofrece tanto la sección principal del restaurante como la zona superior», ha afirmado Gino Díaz, trabajador del establecimiento.

«Desde la azotea ves la cristalera frente al mar a una distancia privilegiada». El local se distribuye en tres alturas, con restaurante, zona rooftop y área de descanso, y se ha consolidado como uno de los puntos más fotografiados del municipio por la sensación de estar flotando sobre el Mediterráneo.

Díaz ha explicado que su clientela mezcla locales con un público fiel del norte de Europa, ingleses, holandeses, suecos, noruegos y belgas, y que el enclave causa un efecto casi museístico: «El primer día de apertura vino mucha gente solo a ver el entorno, pedían entrar a mirar como si fuese un museo».

Más allá de este punto de encuentro moderno, Nerja conserva espacios donde la naturaleza impone su propio espectáculo. La ruta de los acantilados de Maro, dentro del paraje natural Maro-Cerro Gordo, ofrece una de las panorámicas más impresionantes de la costa malagueña. Entre miradores y calas ocultas, el sendero une la Torre de Maro con la cala del Cañuelo, donde el acantilado se precipita más de 70 metros sobre el mar. Desde Turismo subrayan que es «una de las experiencias más auténticas para disfrutar de la Nerja natural».

La joya geológica de Nerja

La seña de identidad más célebre del municipio está 4 kilómetros al interior: la Cueva de Nerja, descubierta el 12 de enero de 1959 por cinco jóvenes del pueblo. La cavidad, situada a 158 metros sobre el nivel del mar, alcanza los 4.823 metros de desarrollo topográfico y figura entre las de mayor extensión de Andalucía.

En su Sala del Cataclismo se alza una colosal columna, fusión de estalactita y estalagmita, que alcanzó notoriedad internacional al figurar en el Libro Guinness de los Récords de 1977 como «la columna más grande del mundo»: mide 32 metros de altura y su diámetro máximo ronda los 18 metros. Además de su espectacularidad geológica, la cueva conserva restos arqueológicos de gran valor y está declarada Bien de Interés Cultural desde 2006.

Sala del Cataclismo de la Cueva de Nerja Cueva de nerja

El recorrido por la cueva se completa en el propio casco urbano con el Museo de Nerja, en la Plaza de España. El espacio, gestionado por la misma fundación, propone un viaje desde la Prehistoria hasta la Nerja contemporánea mediante piezas halladas en la cavidad y fondos locales

En el Museo de Nerja, el público se topa con «Pepita», un esqueleto paleolítico de casi 10.000 años hallado en la cueva y convertido en la pieza más buscada gracias a una sección interactiva que explica lo que se sabe de ella; «todo el mundo viene a conocer a Pepita», han señalado desde el centro.

A su lado irrumpe «Manolo», el pintor cavernícola de la recreación del camarín de los pisciformes, donde se ve cómo mezclaba pigmentos y se contextualiza el arte rupestre que en la cueva solo puede verse en vídeo por conservación; muchos visitantes lo reconocen por la experiencia de realidad virtual. El recorrido se amplía con salas sobre la historia local, de fenicios a al-Ándalus, la industria del azúcar de caña, y piezas singulares como la antorcha olímpica de 1992.

Entre la luz del Balcón y la sombra de la cueva, Nerja se cuenta a sí misma: un lugar que mira al mar sin olvidar la tierra que la sostiene. Sus calles, sus museos y sus miradores son parte del mismo relato.