El municipio jiennense se prepara para la inminente inauguración del anfiteatro romano de Obulco, tras una intervención arqueológica y de restauración que ha permitido recuperar y poner en valor cerca del 30 por ciento del edificio original. Con una inversión de tres millones de euros financiados por la Junta de Andalucía a través de la Inversión Territorial Integrada (ITI), el proyecto ha sacado a la superficie uno de los recintos más monumentales del mundo romano en Hispania.
«Ha sido una intervención magnífica, de mucho tiempo, con muchas dificultades, como todo lo que se recupera arqueológicamente que está debajo de tierra. Hemos recuperado una gran parte del anfiteatro, con sus gradas, las entradas, la arena y hasta una cárcel de gladiadores», explica el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno.
El responsable de la investigación arqueológica, Fernando Salas, dirige un equipo que lleva dos décadas trabajando sobre el yacimiento. «Llevamos veinte años estudiando el anfiteatro, pero los avances más decisivos y visibles se han producido en los tres últimos», señala a ABC. «Hemos conseguido dimensionar el edificio y exponer unos 70 metros de una fachada que supera los 300. También parte de la grada, el podio y la arena donde se celebraban los munera, los combates de gladiadores. Aunque solo se ha recuperado un 20 o 30 por ciento del conjunto, lo excavado permite reconocer perfectamente la estructura de un anfiteatro romano monumental».
El edificio, datado en torno al siglo I a.C., es, según los expertos, uno de los más antiguos y de mayor tamaño de toda Hispania. Su capacidad, estimada entre 10.000 y 20.000 espectadores, lo sitúa al nivel del anfiteatro de Mérida, con el que comparte cronología y tipología arquitectónica. Sin embargo, a diferencia del emeritense, el de Obulco es, incluso, mayor.
El descubrimiento se produjo en 2015, de manera fortuita, durante unas obras de ajardinamiento en la barriada del Hoyo Mendo. Dos años después se realizaron las primeras catas arqueológicas, que confirmaron la existencia de una construcción de grandes dimensiones en buen estado de conservación. Se hallaron muros de hasta seis metros de altura y un tramo de fachada de cincuenta metros. A partir de ahí se puso en marcha un ambicioso proyecto para consolidar y hacer visitable el recinto.
Salas explica que la intervención ha sido especialmente complicada por la coexistencia del yacimiento con una urbanización construida en los años noventa sobre parte del anfiteatro. Aun así, asegura que «existen posibilidades de seguir ampliando las excavaciones, ya que hay solares privados sin edificar que podrían incorporarse en futuras fases». El arqueólogo explica que, en los próximos ocho o diez años, podría recuperarse hasta un tercio del conjunto.
Más allá de su dimensión arqueológica, el proyecto ha servido para poner en valor un recurso turístico que contribuya al desarrollo del municipio y la provincia. En este sentido, el anfiteatro se suma a la cisterna romana de La Calderona, otro enclave monumental recuperado en los últimos años, cuya restauración ha recibido varios premios de arquitectura, entre ellos el XI Premio Provincial concedido por el Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén.
El hallazgo del anfiteatro confirma la relevancia del Municipium Pontificiense de Obulco, una de las grandes urbes de la Bética romana, rival en tamaño e influencia de ciudades como Carmona o Itálica. «Solo un puñado de ciudades gozaban de ese privilegio». La construcción del anfiteatro es la prueba de la grandeza de lo que significó Obulco para el mundo romano. «Los romanos reproducían en cada ciudad el modelo urbano de Roma», explica el arqueólogo. «Primero levantaban los templos, después el foro, luego el teatro y, finalmente, el anfiteatro, que era el edificio más costoso y simbólico. Representaba la civilización y la integración en el imperio».
El anfiteatro de Obulco se empleó durante cerca de cuatro siglos, acogiendo espectáculos de gladiadores, cacerías y combates rituales. «En su origen, los munera eran ritos funerarios, pero con el tiempo se convirtieron en espectáculos públicos. Eran la manera de canalizar la violencia en una sociedad que había dejado atrás la guerra constante», explica Salas. Este edificio fue testigo de esa transformación cultural.
La magnitud del proyecto ha requerido una intervención de gran complejidad técnica. En la recuperación han participado unos 300 trabajadores y un centenar de empresas, bajo la coordinación de un equipo multidisciplinar formado por una decena de arqueólogos, arquitectos e historiadores. «Ha sido un trabajo ímprobo porque se trata de un edificio monumental que presentaba numerosos problemas de conservación y acceso. Se ha excavado y restaurado al mismo tiempo, lo que ha exigido una precisión enorme», detalla el director del proyecto.
Más que arqueología
El investigador subraya también el papel decisivo de la comunidad local: «Sin los trabajadores y vecinos de Porcuna, este proyecto no habría sido posible. Ha sido un esfuerzo colectivo que demuestra el valor del patrimonio como bien común».
El vínculo entre el pueblo y su pasado romano viene de lejos. «Desde 2002 sabíamos con certeza que había un anfiteatro, pero que el lugar era un yacimiento romano se conoce, al menos, desde la Guerra Civil», relata Salas. Ya en los años cuarenta y cincuenta había testimonios que hablaban de restos romanos, cada vecino tiene su propia historia o recuerdo relacionado con ellos.
Muchos mayores de Porcuna aún recuerdan cómo, de niños, jugaban entre las ruinas y lanzaban monedas que encontraban en el campo, hoy sabemos que eran auténticas piezas romanas. Ese pasado ha acompañado siempre la memoria del municipio. Hoy, la recuperación del anfiteatro no solo devuelve a la luz un monumento excepcional, sino también una parte esencial de la identidad de Porcuna, profundamente ligada a su herencia romana.
Obulco,que un día fue « la ciudad mimada por Julio César», vuelve así a reclamar su lugar en la historia. En palabras de Fernando Salas, «por primera vez en muchos siglos, cualquiera que visite Porcuna podrá contemplar un anfiteatro romano. No entero, pero sí lo suficiente para entender su grandeza«. Es solo un paso decisivo para que Obulco vuelva a ocupar su sitio en la historia de Hispania».