Raúl ya forma parte de ese reducido grupo de pilotos españoles que ha sido capaz de ganar en la máxima categoría del motociclismo mundial, un palmarés que estrenó Álex Crivillé en Assen 1992 cuando MotoGP aún se denominaba 500cc. El madrileño cierra ahora la lista que completan Alberto Puig, Carlos Checa, Sete Gibernau, Dani Pedrosa, Toni Elías, Jorge Lorenzo, Marc Márquez, Maverick Viñales, Álex Rins, Joan Mir, Jorge Martín, Aleix Espargaró, Álex Márquez y Fermín Aldeguer. Pero no lo ha tenido fácil hasta conseguirlo. De hecho a mitad de temporada la sombra de la retirada planeó sobre su box ante la falta de resultados de su Aprilia.
«Hubo un momento que no era el hecho de seguir en MotoGP o no, sino ser feliz y no lo estaba pasando bien. Ahí entra la parte humana de la gente del equipo, mi jefe de mecánicos (Noé Herrera), mi familia. Me acuerdo que con mi jefe de mecánicos y mi entrenador cogimos, después de la carrera de Jerez, un punto difícil para mí, nos fuimos a cenar una pizza, antes del test y dijimos: 'Si mañana le damos la vuelta, bien y si no tenemos que buscar una solución porque yo no soy feliz, no salen las cosas, yo ni siquiera puedo levantarme por las mañanas con una sonrisa y creo que eso es lo más importante de la vida y no lo hacía'. A partir de ahí, ellos me ayudaron, me transmitieron calma, Davide (Brivio), también, mi familia. A partir de ahí, tienes que construir la base, empezar poco a poco, es hacer una casa. Contra más rápido la quieras hacer, más rápido se destruye. Decidimos hacer la base poquito a poco y, sinceramente, sin pensar que este momento podía llegar este año», reconocía emocionado.
Los resultados fueron llegando poco a poco en cuentagotas. Era el premio al trabajo que vaticinaba un triunfo más pronto que tarde, ayudado también por el bajón generalizado de las Ducati y la sanción (doble vuelta larga) que arrastraba Marco Bezzecchi, gran favorito en Phillip Island, por llevarse por delante a Marc Márquez en Mandalika. El sábado ya logró ser segundo en la carrera al esprint, mejorando la tercera plaza lograda en la carrera corta en Indonesia la semana pasada. Raúl se posicionó en cabeza de carrera desde el primer metro, luchando con Acosta e impidiendo la remontada de su compañero de Aprilia, que pese a todo acabó siendo tercero, lo que le permitió desbancar a Pecco Bagnaia (se cayó en la 23ª vuelta) en el tercer puesto del Mundial.
Raúl descubrió su pasión por las motos a los once años y les dijo a sus padres, Carlos Fernández y Araceli González que quería dedicarse a dar gas. En 2014 ya corrió por en una posta de tamaño completo, participando en la Cuna de Campeones, PreMoto3 y el FIM CEV Repsol. Ellos estaban en esta pequeña isla del Pacífico esta madrugada (cinco de la mañana, hora peninsular) para ver el rimer triunfo de su hijo y con ellos se abrazo y rompió a llorar. «Solo dar las gracias a mi equipo, a mi familia, que han sido muchos años de trabajo con el equipo, muchos momentos malos, muchos momentos buenos, también, aunque no se hayan conseguido los resultados que queremos. Hoy, simplemente, palabras de agradecimiento. Siempre he dicho, en algún momento de la temporada, que lo pasaba muy mal. A nivel personal, con mi familia, somos uno y gracias a ellos pude levantar este momento tan difícil. Mi hermano es la persona más importante y que me apoya. Gracias a él estoy yo hoy aquí». Raúl se refería a Adrián, que también es piloto y que vaticinó su victoria: «Normalmente, cuando son nuestras carreras, solemos ir. Nos hacemos nuestro gesto y nos vamos. Hoy, sin embargo, cuando he vuelto al box, para terminar de tomarme el batido de hidratos y estar tranquilo, él ha venido y me ha dicho: 'Hoy es tu día, disfrútalo'. Lo ha sido».